A zapatazo limpio

Muntazer al Zaidi, un desconocido reportero iraquí, se armó de valor el día 14 y le arrojó a Bush sus zapatos en una rueda de prensa. El furioso periodista descargó su ira contra el mandatario estadounidense harto de sus políticas en Oriente Medio. Una razón que le ha convertido en un héroe para parte del mundo árabe y musulmán, aunque su actuación le ha llevado a prisión. Imagino que en su celda Al Zaidi habrá sopesado ya si su reacción mereció la pena. Al menos, pienso yo, no se quedó con las ganas, las mismas que el resto de profesionales de la información hemos tenido y contenido en numerosas ocasiones durante el ejercicio de nuestra maltrecha labor al enfrentarnos con el día a día.
Bien por decencia, bien por mantener el empleo, bien por falta de agallas, uno se ha ido a casa consumido por la rabia, la frustración, el cansancio y la mala leche más veces de las que puede recordar; y reconozcámoslo, a los periodistas nos sobran los motivos para ponernos en pie de guerra.
El que es periodista o lo es por vocación o lo es por error. Los que tienen empleo se quejan de los bajos salarios, el horario esclavo, la degradación informativa por aquello de que prima la cantidad sobre la calidad… El que no lo tiene mendiga por conseguir lo que sea mientras su familia le dice que estudie para un puesto de trabajador del estado.
El periodista es un especimen raro, sufre en silencio su calvario laboral mientras informa de las penurias del resto de profesiones. Poco trascienden los despidos en medios de comunicación (especialmente en el mundo en español), ni las consecuencias que tienen esas reducciones de plantilla en la credibilidad de un periódico, una televisión o una radio. Parece que a nadie le importa.
Aunque el periodismo es el cuarto poder, el periodista se expone desvalido ante la cruda realidad que quiere contar y que en ocasiones lo devora. Esta profesión, igual que el tabaco, perjudica gravemente a la salud.
En lo que va de año han muerto 50 periodistas en acto de servicio, muchos de ellos en Irak y Afganistán, pero también en México o en Bolivia. En los últimos diez días un cámara fue agredido en Bolivia, un fotógrafo en Venezuela, un reportero en Argentina, un grupo de manifestantes amenazó de muerte a otros periodistas en Perú y unos vendedores ambulantes arremetieron en Colombia contra otras profesionales.
En España se suceden los despidos, bien directos (Qué!, 20 Minutos, por citar dos ejemplos) o bien indirectos, es decir, la no renovación del contrato temporal.
Una situación que en este país europeo se difumina entre líneas en el contexto de la crisis económica y lamentablemente no sigue el ejemplo norteamericano, donde la cosa trasciende algo más.
Doscientos despidos en Detroit, 600 en el grupo canadiense Sun Media , o una veintena en el nacional estadounidense USA Today.
Una desgraciada tendencia de recorte de personal que ha tenido como respuesta la creación de una comunidad en la red social de internet Twitter, donde uno se puede enterar a golpe de mensaje corto y a tiempo real de a quién más han puesto de patitas en la calle.
Si hay un país donde el periodista sea respetado y no sea considerado un tipo de poca confianza o baja catadura moral ese es Estados Unidos (al menos si se compara con otros lugares del mundo), quizá por sea más habitual recibir noticias de lo que pasa con los informadores más allá de la connivencia entre grupos mediáticos para silenciar sus trapos sucios.
Por eso es posible que los empleados del diario The Rocky Mountain News (Denver, Colorado) lancen a la población un S.O.S. para salvar su periódico con la esperanza de encontrar la financiación que les permita continuar con su labor y no cerrar esa centenaria cabecera.
Hay hasta quien en este mundo de los rescates bancarios ha lanzado un plan de emergencia para periodistas que pierdan su trabajo.
La empresa Blogs.com creo el “The TypePad Journalist Bailout Program“, con el que ofrece a reporteros despedidos un espacio gratis en su servidor, así como asistencia técnica, para que ejerzan en la red.
Bien es cierto que internet tampoco es un refugio para los informadores, de hecho los periodistas del mundo web son los que tienen más probabilidad de terminar entre rejas, justo donde está Muntazer al Zaidi.

Llegados a este punto, y valorando la certeza de que mis palabras pueden dar con mis huesos en la cárcel, me imagino compartiendo celda con el periodista iraquí. Estoy seguro de que no podría evitar pensar que al menos él descargó su frustración a zapatazo limpio.

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  1. meneame.net

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