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Oro agrícola

foto-oscar-muñoz1 Óscar García Muñoz, síguelo en otros blogs aquí.

Alimentos a precio de oro

Los precios de los alimentos básicos, como los cereales, alcanzaron niveles desconocidos durante 2008, con picos que superaron, por ejemplo, los 2.200 dólares por bushel (1 bushel = 4,6 dm³) en abril de 2008, frente a los 1.200 dólares actuales que se pagan en el mercado de materias primas de Chicago, o los 800 dólares en el caso del maíz en julio, en comparación con los actuales 350 dólares. Los precios se moderaron, pero todavía se mantienen en niveles altos. La tendencia no mejorará, según un informe que publicó el año pasado la FAO, la organización de la ONU para la agricultura, y la OCDE, uno de los clubs de países ricos del mundo.

trigoHa habido una razón económica básica: el desajuste entre oferta y demanda, causado por una serie de cosechas malas en algunas de las granjas del mundo (como la zona del Mar Negro y Australia) unida al incremento de la demanda por parte de India y China, sobre todo de cereales para la alimentación animal. Sin embargo, hay otras causas que también han echado leña al fuego. El apoyo del anterior Gobierno de Estados Unidos al cultivo de maíz para biocombustibles disparó los precios de este cereal y desvió la producción de muchas tierras a este producto para fines energéticos, cuando es parte de la dieta básica en Sudamérica y uno de los productos fundamentales para piensos animales. Por otro lado, la especulación tuvo su papel, si bien no ha sido tan intenso como cabe pensar, según señalan desde el think-tank especializado en políticas agrarias IFPRI, aunque coincidió con un aumento del volumen de negociación de las materias primas, que recibieron los fondos que huían de las bolsas.

No obstante, hay un grave problema que se debe considerar: la restauración de las reservas estratégicas. Por ejemplo, la Unión Europea las canceló a principios de siglo dentro del proceso de eliminación de los mecanismos de intervención de la Política Agraria Común. Actualmente, los alimentos acumulados permiten cubrir las necesidades de unas pocas semanas y prima la política de “stock cero”. Cualquier suceso catastrófico generaría una espiral alcista de precios o la dificultad de abastecimiento. La dialéctica de los últimos años abogaba por el fin de la intervención en los mercados, para que fueran las propias fuerzas del mismo quienes determinaran los precios. Esta lógica neoliberal se está cuestionando con la actual crisis y ya ha habido voces que defendían volver a imponer barreras o restricciones comerciales, como ya ocurrió el año pasado en el sureste asiático y Argentina. No es la restricción a los intercambios comerciales, sino los controles de los mercados agrícolas, lo que se necesita para volver a estabilizar los precios de algo fundamental para la Humanidad: los alimentos.

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Israel y Palestina, una derrota compartida

En esto del conflicto entre Israel y Palestina es fácil tomar partido, así, en caliente. Yo también lo hago, a veces con doble ración de indignación. Un inncesario desgaste de bilis que tiende a polarizar la forma en la que vemos el mundo. Si algo sobra en Oriente Próximo eso es taza y media de maniqueismo. A estas alturas de la película, y parrafraseándo el acertado clásico bíblico, “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra” (y será por piedras y pecadores -aunque sean por lo civil-). De nada sirve buscar culpables porque después de 60 años de enfrentamientos todos los países son responsables o por activos, o por pasivos. cupula-de-la-rocaIgualmente inútil es acudir al origen histórico del problema que, si bien sería lo más justo, no resultaría práctico. A ver quién le dice a alguna de las partes enfrentadas que haga las maletas porque lo manda la prosaica ley del “yo estaba aquí antes”. A mi modo de ver, la única forma de terminar con este drama es a través de una derrota compartida. Solo asumiendo serenamente que todos pierden se puede alcanzar un estado mental que permita pasar página. Quizá el fracaso del rival reconforte lo suficiente para olvidar el propio.
Otra cosa sería ejecutar semejante plan. Se necesitaría, en primer lugar, de la implicación de EE.UU.. Que la Administración estadounidense estuviese dispuesta a dar la espalda a Israel en sus políticas con la misma firmeza con la que quiere acabar con el terrorismo de Hamas y sucedáneos. Los países contrarios a la nación judía deberían aceptar su existencia y su derecho sobre parte de la llamada “tierra santa”, incluidos los propios palestinos, responsables últimos de aplacar las acciones violentas de sus conciudadanos.
En vista de que las palabras, los diálogos y las conversaciones de paz han demostrado su ineficacia, resultaría baladí hacer un nuevo llamamiento a la cordura si los medidadores no dejasen de ser un actor en la sombra para convertirse en árbitro con capacidad de imponer unas condiciones. Esto seguramente echaría a la Unión Europea fuera de este concierto. Si por algo se caracterizan las relaciones internacionales de la UE es por perderse en palabras y gestos simbólicos que de poco sirven cuando hay que meterse en una refriega para poner orden. Digamos que todo recaería, como suele ser habitual, en la voluntad de respuesta de EE.UU.. Los cascos azules tendrían sentido solo si los estadounidenses les cubriesen las espaldas. Al fin y al cabo, las misiones de paz de los contingentes de la ONU solo han probado ser eficaces cuando los bandos apuestan por el fin de las hostilidades, si ese panorama no se produce, los soldados de las fuerzas multilaterales se convierten en comparsas del conflicto.
Israel tendría que abandonar los asentamientos y renunciar a parte del que ahora es su territorio, conquistado a base de expansiones paulatinas y varias guerras con países árabes. Palestina se convertiría en un Estado con un territorio unido. Ambos países cederían la gestión de los principales recursos naturales del área a un organismo gestor nombrado por Naciones Unidas, entidad que se responsabilizaría de la seguridad en la zona. Jerusalem se convertiría en una ciudad Estado, zona neutral regulada por la ONU y sus fuerzas de seguridad. Palestina e Israel renunciarían a tener ejército. Nuevamente su seguridad dependería de los contingentes internacionales que deberían trabajar bajo una resolución que les autorizase a ejercer el uso de la fuerza en caso necesario.  Unas medidas que conllevan riesgo, pero me atrevería a  decir que menos que dejar las cosas como están.
La llamada comunidad internacional, responsable de lo que ocurre en Oriente Próximo, sufragaría los costes económicos que se asumirían como un precio pequeño a pagar por terminar con el sufrimiento de la población civil de la zona.
Fijaría el mandato de la ONU en 50 años, con posibilidad de prórroga si fuese necesario.
El mundo no es justo, esta idea tampoco, pero ya no se trata de justicia ni de derechos, solo de soluciones. En cualquier caso, se haga lo que se haga tiene que aplicarse con firmeza, unidad, capacidad coercitiva y visión a largo plazo. Le guste o no a los dirigentes palestinos, a los políticos israelíes o a la comunidad internacional.
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Imagen obtenida de Stock.xchng

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La ONU quiere evitar el "Armagedon"

Naciones Unidas analizará en febrero un plan de acción contra el impacto de meteoritos gigantes en la Tierra, no es broma. El punto de partida será un documento maestro presentado por la Asociación de Exploradores Espaciales (un grupo no gubernamental bastante selecto -uno tiene que haber dado un paseo orbital para pedir el carné de socio-), en el que se expone la seria amenaza que suponen las rocas que deambulan por el universo para nuestra minúscula existencia terrícola. Read the rest of this entry »

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