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Twitter, 140 caracteres para cambiar el mundo

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Twitter es una revolución, lo digo desde el descrédito; al menos el que tenía cuando me enteré de la existencia de esta red social. Sí, mi primera impresión fue de total incredulidad porque  ¿a quién le interesa lo que pueda decir un desconocido en internet o sus rutinas diarias? Al fin y al cabo, muchos de los mensajes que se publican en Twitter fluctúan entre los “buenos días, me acabo de levantar”, “estoy esperando al tren”, o “he quedado con unos amigos”. Sin duda, esto es algo insustancial. Pero el primitivo uso de esta red no desvirtúa su potencial, simplemente señala una de sus posibles funciones y evidencia que se trata de un instrumento de comunicación que aún está definiéndose. Twitter supone un cambio en la forma de compartir información, que va más allá de un SMS aunque solo permita mensajes de 140 caracteres, constituye una red mucho más dinámica que Facebook y está mucho más vivo que los medios convencionales. Algunos ya han denominado a Twitter como la herramienta para conocer en tiempo real “la conciencia del planeta”.

twitter-networkDefinir Twitter es más sencillo de lo que parece: una red de comunicación gratuita donde todos los participantes son emisores y receptores formada por entidades individuales, normalmente personas físicas aunque también pueden ser empresas, que intercambian mensajes cortos entre sí a través de internet. El hecho de que sea una plataforma global en formación es lo que genera confusión a su alrededor pero su alcance universal la convierte en un “arma de comunicación masiva” como la televisión con la diferencia de que Twitter pone en manos de cualquier ciudadano un poder que hasta ahora solo tenían las grandes corporaciones. Suena grandilocuente, pero todo indica que en el futuro las fuentes de información y los líderes de opinión tradicionales competirán en capacidad de influencia con personas de carne y hueso, nombre y apellidos, que hayan logrado ganarse la confianza de una legión de lectores en Twitter. Ya hay muchos que tienen cientos de miles de seguidores en esta red. En unos años (dicen que en un par), a medida que esta herramienta se desarrolle con fuerza en los cinco continentes (por el momento sus cifras de éxito radican en su crecimiento en EE.UU.), habrá personas que cuenten con millones de “amigos” en Twitter interesados en conocer sus opiniones sean más o menos sustanciales //Estas proyecciones fueron ya superadas. Actualmente hay decenas de usuarios con más de un millón de seguidores (añadido el 11 de agosto de 2009)// Unos niveles de audiencia que envidarán los medios informativos convencionales, incluso a través de sus ediciones digitales, porque se habrán logrado casi sin coste y mediante una sencilla relación de confianza.

No es de extrañar que el sector periodístico de hoy esté vigilando el crecimiento de Twitter y esté tomando posiciones para subirse a este tren donde todavía hay sitios libres para sacar tajada del porvenir de esta herramienta, prometedor aunque aún en el aire.

Esta semana me sorprendió la noticia de que los editores del veterano periódico estadounidense Chicago Tribune incluían en la edición impresa su identidad en Twitter para animar a los lectores del diario a seguirles a través de esta red y a comunicarse directamente con ellos. Un paso significativo de esta cabecera nacida en 1847 que está pasando su peor momento de la historia después de que el conglomerado mediático Tribune Co. al que pertenece se declarase en bancarrota en 2008.

Un  conocido canal de televisión británico de alcance internacional, Sky News, creó recientemente la figura del periodista corresponsal para Twitter con el objeto de extraer la información relevante que se distribuye a través de esa red y convertirla en noticia tradicional.

Todos aquellos (es una generalización aproximada) con afán de influir en la población, bien sea políticamente, bien informativamente, bien comercialmente, tienen ya una cuenta en Twitter. Parece claro que existe un consenso con respecto a esta plataforma: hay que estar; otro asunto distinto es cómo.

Barack Obama (su equipo de publicistas) utiliza Twitter para pedir el apoyo en diferentes campañas, lanzartwitter mensajes de optimismo a la población o invitar a la gente preguntarle algo (esto último me parece un tanto osado), la cadena de cafeterías Starbucks se decanta por dar información sobre sus productos y locales, pero lo que realmente mobilizará a las masas será la comunicación personal, que haya alguien detrás que hable por su propia boca.

Hay actores de Hollywood que utilizan Twitter para conocer qué piensan los seguidores de sus series de televisión después de la emisión del último capítulo, muchos famosos han roto las barreras impuestas por las habituales férreas medidas de seguridad y ahora “chatean” con sus fans en Twitter, baste como ejemplo la lista que recoge Celebrity Tweet que incluye a Yoko Ono, Lance Amstrong, Demi Moore o Britney Spears. Todos “twittean” de vez en cuando, incluso Spears.

Unos luchan por mantener su capacidad de influencia o su popularidad en el nuevo soporte mientras que otros como por ejemplo los creadores de la web Mashable, un referente en internet en cuanto a redes sociales, se afanan en consolidar sus posiciones como transmisores de información sobre el desarrollo digital y, a la postre, marcar la tendencia de lo que está o no de moda en la web.

La clave del éxito: contar algo interesante, ofrecer contenidos, hacer de mensajero de algo que merezca la pena y siempre expresarlo de forma humana. Por extraño que parezca en el “deshumanizado” mundo de internet, el “toque” personal es lo que marcará las diferencias y cultivará la relación de confianza entre el lector y el emisor. Cuando pase la marabunta del boom inicial, solamente aquellos que hayan sido capaces de tener una identidad reconocible podrán consolidarse como líderes en Twitter ¿eso valdrá dinero?, pienso que sí, y mucho…

A diferencia de Facebook, Twitter es 100 por ciento operativo desde cualquier terminal con acceso a internet ya que funciona como un SMS. Su eclosión definitiva a nivel mundial no llegará hasta que se generalice el uso de los “smartphones” (iPhone, Blackberry o similares), frecuentes en EE.UU. y no tanto en otros países. Entonces será el momento de la verdad para Twitter.

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La caída del "cuarto poder"

La crisis económica tiene su rostro más visible en el desempleo. Todos los sectores se ven afectados por el recorte de plantillas, desde las finanzas al mundo del automóvil, desde la construcción al turismo; una lista de víctimas entre las que no falta, por supuesto, el periodismo. Las cifras son espantosas. En España, por ejemplo,  un 16 por ciento de estos profesionales buscan trabajo y más de 2.000 reporteros han sido despedidos desde que se desató el cáncer crediticio. En EE.UU.  30.000 “plumillas” se quedaron en la calle durante 2008 y las cosas no pintan bien para este año en vista de que los recortes de personal siguen a la orden del día. El grupo Tribune (poseedor de cabeceras como LA Times, Chicago Tribune y muchos otros), CNN, Conde Nast (revistas como Vanity Fair, Vogue) o Time, por citar unos cuantos,  se han desprendido de parte de sus equipos para superar el mal trago económico.  La cosa está mal en todas partes, la prensa no iba a ser menos ¿no? Sin embargo bajo este “fusilamiento” de periodistas subyacen unos efectos secundarios de alcance que van más allá de la reducción de las páginas de un periódico: la crisis está minando la capacidad de los medios de comunicación para cumplir su papel de vigilante de los políticos, está torpedeando la línea de flotación del “cuarto poder”.

En EE.UU., país de referencia en el periodismo de investigación, las bajas de reporteros de renombre (de altos salarios) ha hecho que varios articulistas comiencen a preocuparse por la salud de la cobertura informativa que se hace de la gestión de las autoridades.

James Rainey del LA Times señalaba en esa dirección en su columna del día 20 de marzo.

“Los periódicos continúan, hasta cierto punto,  con su papel histórico de conducir y dar forma al debate políticopress pero han rebajado drásticamente sus plantillas, a menundo perdiendo a sus reporteros más experimentados (y con el salario más alto), debido a la espantosa recesión y la fuga de publicidad a internet”, comentó Rainey, a quien varios asesores políticos aseguraron que el efecto de la crisis se está dejando notar ya en la calidad de la información que logran los periodistas de las autoridades.

La primera consecuencia visible es que los partidos están utilizando la irrupción en escena de jornaleros de la información poco experimentados  para “venderles” como noticias contenidos propagandísticos que antes tendrían que haber pagado para verlos publicados en papel.

Un panorama que poco se parece a las condiciones en las que trabajaron Woodward y Bernstein  para destapar el escándalo Watergate en The Washington Post en 1972. Es cuestionable si a día de hoy algún medio está en disposición de dedicar tantos recursos a investigar un caso similar y esto es algo preocupante, además de triste.”Imagina que conduces por la 5 (una autopista interestatal estadounidense). Solía haber un par de patrulleros de la policía para mantener a la gente bajo control. Ahora se han ido y todo el mundo lo sabe. Esto puede desenvocar rápidamente en una situación parecida a ‘Mad Max’ (clásico del cine sobre una sociedad apocalíptica donde regía la ley del más fuerte)” dijo Chris Lehane, veterano consultor del partido Demócrata, quien no dudó en calificar a los periodistas como los agentes de la ley de la política que velan porque los gobernantes no se emborrachen de poder.

Es indudable que las altas fiebres que sufre el periodismo por culpa de la crisis pueden tener otra lectura  y ser el principio de un cambio -para muchos inevitable- del papel a la web. En la vanguardia de esta transición está el Seattle Post-Intelligencer, uno de los grandes periódicos estatales de EE.UU. que el 17 de marzo echó el cierre a su edición física y concentró sus esfuerzos en informar a los usuarios de internet.

La red es sin duda un universo de posibiliades comunicativas, habitualmente un maremagnum de noticias, que sufre de falta de credibilidad en muchos casos. Internet es también un refugio para firmas de prestigio, que pueden seguir escribiendo sobre lo que ocurre alrededor incluso después de ser despedidos, aunque sin el amparo de un grupo mediático que pueda proteger su trabajo cuando tengan entre manos un tema candente. La web es aún un cajón desastre donde cada uno hace la guerra por su cuenta, donde el reportero se expone en primera persona ante los elementos. watergateNo es lo mismo que The Washington Post publique un caso de corrupción o que lo haga un bloguero en su portal de internet, sin duda, no lo es. ¿Se podría destapar un nuevo ‘Watergate’ y sostener la investigación desde un blog? En el futuro quizá, hoy lo dudo.

Este período oscuro económico ha dejado en evidencia la debilidad de los medios para cumplir con rigor con su papel social, insuficientes recursos en la prensa tradicional y demasiada responsabilidad como para cargarla sobre los hombros de los florecientes blogs.

Unas conclusiones que van en la misma sintonía que  el último informe del Pew Project for Excellence in Journalism sobre el estado del periodismo en EE.UU. durante 2008.  Interesante estudio en el que se evidencian los problemas de financiación de los medios, la caída de las investigaciones sobre los políticos y el giro hacia internet, tanto por parte de los grandes grupos mediáticos como, sobre todo, por los periodistas a título personal.

Los enamorados de ese periodismo de “Watergate” podrán disfrutar en unas semanas de “State of Play”, filme en el que Russell Crowe recupera la figura del reportero callejero, de “perro viejo” que hace preguntas incómodas y es incapaz de modernizar sus métodos. Crowe investiga un suceso relacionado con un senador que le llevará a desvelar una historia que no imaginaba. La recomiendo.

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