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Totum revolutum

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Muchas películas en el tintero y falta de tiempo, una combinación que me ha llevado a escribir este post. No por más condensadas y breves las críticas son peores. Aquí va mi opinión sobre Law Abiding Citizen, Zombieland, The Informant y The Hurt Locker.

Law Abiding Citizen:
Entretenida película que se queda a medio camino de ser un estupendo thriller psicológico. Sus reminiscencias de Seven, regustillo a Hannibal Lecter y su superlativo espíritu de venganza se combinan con menos acierto del deseable en una trama de tensión inconstante con una crueldad que va de la angustia a la carcajada, lo que hace pensar en un producto de serie “B” con buenas intenciones y actores de renombre o un intento fallido de peliculón. Me quedo con el psicópata interpretado por Gerard Butler y con un buen rato de palomitas y refresco.

Zombieland:
Que nadie se engañe, ésta es una comedia de principio a fin. Su particularidad es que el motivo de mofa es una sociedad devorada por zombies en la que sobreviven unos pocos que lidian con la situación de la mejor manera posible. Me sorprenden las excelentes críticas que ha recibido la cinta en EEUU porque el filme, honesto en su puesta en escena, no pasa de una “Scary Movie” del género zombie. No digo que sea mala en sí misma, pero quien no esté enganchado al tema que no vaya al cine esperando un espectáculo inolvidable. Divertida es, pero eso es todo (que no es poco). Ideal para aquellos que busquen desconectar de su rutina con este sonriente cóctel de sangre “light”. Read the rest of this entry »

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Pakistán en el ojo del huracán

mariab María Benito, periodista

Pakistán lucha ahora contra los talibanes

El ejército paquistaní lanzó hace unas semanas una ofensiva contra los talibanes en el noreste del país, zona que los grupos de insurgentes controlan desde hace tiempo. La prensa lleva este último mes dando cuenta de los ataques, avances y retrocesos, de las bajas (aunque resulta muy difícil calcularlas con precisión) en ambos bandos, así como de la catástrofe que puede desencadenar el más de un millón de desplazados a causa de los combates.

Pero la situación no se está complicando en Pakistán, es que nunca fue sencilla. Para empezar a entender, hay que contextualizar y retroceder en el tiempo. Ya saben: de aquellos barros, estos lodos… La pregunta no es ¿qué está pasando en Pakistán?, sino ¿qué está sucediendo en la región? Porque tiene mucho que ver la guerra en Afganistán, la cuestión no resuelta sobre el territorio de Cachemira y las políticas de apoyos y enfrentamientos llevadas a cabo por países como Estados Unidos, Rusia, Irán o Arabia Saudí.

Me parece interesante, sobre este tema, la lectura del último libro de Ahmen Rashid, periodista y analista político especializado en el sur-centro de Asia, titulado Descenso al caos. EEUU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central. Aunque al leerlo hay que tener en cuenta que el autor tiene sus preferencias y sus teorías y, por poner un ejemplo, su descripción sobre la persona y el papel de Hamid Karzai (presidente de Afganistán) difiere de la que hace en algunos artículos la revista Time, es cuestión de perspectivas.

talibanLa ofensiva actual

A finales de abril el ejército de Pakistán emprendió, finalmente, una campaña contra los talibanes en la Provincia de la Frontera Noroccidental (NWFP, siglas en inglés), en concreto en el Valle del Swat, que estaba en manos de los talibanes desde hace dos años y que se encuentra aproximadamente a unos 100 kilómetros de la capital, Islamabad.

El enfrentamiento entre el ejército y los talibanes, además de causar bajas en los dos bandos, ha provocado que haya más de 1.100.000 desplazados según ACNUR, a los que hay que sumar el medio millón de personas que huyeron de la región el año pasado ante el avance talibán.

La presencia de los talibanes en esta zona y sus ataques no son nuevos (desde julio de 2007 los atentados han dejado más de 1.800 muertos); fueron entrenados, financiados y armados por el ejército y por los servicios de inteligencia (ISI, siglas en inglés) paquistaníes y se refugiaron en la NWFP en 2002 tras la persecución emprendida por Estados Unidos en su guerra contra el terror en Afganistán.

En febrero, el Gobierno paquistaní firmó un alto el fuego con los talibanes (que lo aceptaron a cambio de imponer la ley islámica -‘sharia’- en seis distritos), pero los milicianos aprovecharon este cese para tomar otros dos distritos del noreste (Bajo Dir y Buner). Washington calificó el alto el fuego de “capitulación” y presionó a Islamabad para que lanzase una ofensiva. EEUU teme que los talibanes accedan a las armas nucleares que posee Pakistán, tal y como afirmó hace unas semanas la secretaria de Estado Hilary Clinton. Aunque los responsables paquistaníes siempre han negado que pueda producirse algo así. (Pakistán es, al igual que India, una potencia nuclear desde 1998. No firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear y mantiene en secreto el número de armas que tiene y dónde las guarda, aunque se calcula que posee entre 60 y 100 cabezas nucleares).

El portavoz de las fuerzas armadas paquistaníes, el general Abbas, calcula que la insurgencia está compuesta por unos 4.000 hombres armados, aunque otras fuentes dicen que hay hasta 7.000 milicianos. A estos insurgentes se enfrentan entre 12.000 y 15.000 soldados paquistaníes. Abbas no ha querido dar una fecha para el fin de esta “ofensiva a gran escala” y ha garantizado que las tropas permanecerán en la zona “hasta que la tomen por completo y la paz sea restaurada”.

Por otra parte, según la agencia AFP, un portavoz de los talibanes del Swat declaró recientemente que quieren imponer la ‘sharia’ en todo Pakistán. Además, los talibanes están recurriendo al secuestro de empresarios y personas acaudaladas para financiarse. Tal y como publicó El País, la policía ha confirmado que en lo que va de año ha habido 169 denuncias de secuestros, aunque el miedo impide a los familiares de las víctimas reconocer que han pagado los rescates exigidos.

Si se consigue erradicar el dominio de los talibanes en esta zona, habrá que invertir en reconstrucción y será necesaria la presencia de un cuerpo de policía preparado para mantener el orden. Pero ahora mismo parece difícil que se vayan a dar ambas condiciones.

Antecedentes

En 1947 se llevó a cabo la partición del Raj británico en dos nuevos estados: India y Pakistán (que hasta 1971 incluía al actual Bangladesh). Pero no quedó resuelta la disputa por Cachemira, que ha ocasionado varios enfrentamientos entre ambos países y ha provocado una enemistad y desconfianza mutuas que todavía perduran.

Desde el principio, Pakistán, que ha estado casi siempre dominado por el Ejército, ha organizado su política centrándose en dos aspectos: su enemistad con India y su interés por instalar un Gobierno amigo en Afganistán. Por eso apoyó a Al Qaeda y a los talibanes.

Pakistán apoyaba abiertamente a los talibanes antes del 11-S: Al Qaeda ayudó a entrenar a los milicianos cachemires (para que se enfrentaran con India) y esperaba tener en los talibanes al Gobierno amigo en el país vecino. Tras el 11-S, tanto el general Pervez Musharraf (jefe del Gobierno paquistaní en 2001) como el ISI llevaron a cabo un doble juego, una política de “sí, pero…”. Estados Unidos fue claro tras los ataques de 2001: o con nosotros o contra nosotros. Y necesitaba el apoyo de Pakistán para poder librar la guerra en Afganistán.

Musharraf se alineó con EEUU (con condiciones: pidió que se levantaran las sanciones que les habían impuesto con anterioridad y solicitó ayudas económicas, que recibieron) y prometió ayudarles, pero no hizo nada para terminar con los talibanes y el ISI, según afirma Rashid, siguió proporcionándoles armas tras el comienzo de la guerra y también les ayudó a escapar de los ataques de EEUU. Además, se les permitió refugiarse en la NWFP, donde hasta ahora han mantenido su propio feudo. Ahora Pakistán parece decidido a combatirlos, habrá que esperar y ver. Y no hay que olvidar que los talibanes siguen combatiendo en Afganistán, pero la de Afganistán es otra historia.

Una curiosidad: Musharraf, que llegó al poder cuando depuso mediante un golpe de estado a Nawaz Sharif, nació en Nueva Delhi en 1943, su madre trabajó para las Naciones Unidas y recibió una educación liberal. Además, tal y como recoge Rashid en su libro, en una entrevista en The Friday Times, dijo una vez: “Me enrolé en el ejército por el glamour”.

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Críticas al nacionalismo israelí en EE.UU.

El sionismo es para el periodista judio y novelista Ben Ehrenreich el principal problema que impide encontrar una solución que pacifique Oriente Próximo La fuerza de esta afirmación no solo radica en la disonancia pública de un judío sobre las motivaciones nacionalistas/religiosas de los gobiernos israelíes y sus think tanks, lo que más me ha llamado la atención es que esta sentencia fue el argumento principal de un artículo de opinión publicado en uno de los diarios de referencia en EE.UU.

La edición del domingo 15 de marzo de Los Angeles Times incluyó el texto “Zionism is the problem” en el que Ehrenreich acusa sin cortapisas al sionismo.

“Durante las últimas décadas ha sido imposible protestar contra el estado israelí sin ser calificado de antisemita o peor. Cuestionar no solo las acciones de Israel sino también los principios del sionismo sobre los que se fundó este estado ha sido considerado durante demasiado tiempo casi una impronunciable blasfemia”, asgura Ehrenreich.

Una afirmación que resuena con dureza en los oídos de cualquier lector estadounidense, donde es muy raro que alguien se muestre en contra de Israel y mucho menos un judio con el valor de ponerlo por escrito. Dice también mucho a favor de los encargados de elaborar la sección de opinión del periódico californiano. Seguro que sopesaron la animadversión que podría generar ese texto entre parte de sus lectores. Durante la jornada del lunes la crítica al Sionismo fue el artículo más leído de la edición digital de Los Angeles Times.

Ehrenreich continúa: “Fundar un estado moderno sobre una única étnia o identidad religiosa en un territorio que es étnicamente y religiosamente diverso conduce inexorablemente o la a exclusión política (piensa en los 360 kilómetros cuadrados de campo de prisioneros en el que se ha convertido Gaza) o a una limpieza étnica. Dicho con simpleza, el problema es el sionismo”.

El autor defiende las posiciones moderadas de judíos que criticaron el Sionismo antes, durante y después de la formación de Israel, cuando se podía hablar libremente de lo que se creía que tenía que ser Israel sin temor a ser calificado de antisemita.

Cita como ejemplo al presidente del Consejo Judío de EE.UU. en 1944, Lessing J. Rosenwald, que en aquella época no dudo en comparar el ideal sionista de un estado judío con el concepto de estado racial, “el concepto hitleriano”.

En contraposición al artículo de Ehrenreich, el diario de Los Angeles publicó otra columna de opinión titulada “Is anti-Zionism hate?” en la que se califica el antisionismo como la verdadera amenaza para Oriente Medio.

“Es antisionismo, no antisemitismo lo que supone la más peligrosa amenaza a las vidas, la justicia histórica y las perspectivas de paz en Oriente Medio”, manifestó el profesor de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) Judea Pearl, presidente de la fundación Daniel Pearl.

Para este articulista los contrarios al sionismo sustentan la teoría de que el estado de Israel no debería existir al contradecir los principios fundacionales del país.

“El antisemitismo rechaza a los judíos como miembros igualitarios de la raza humana; antisionismo rechaza Israel como un miembro en igualdad en la familia de las naciones”.  Pearl mantiene que los judíos tiene el derecho histórico de un estado, si bien mantiene que debería existir un estado palestino también, pero se opone a los discursos antisionistas por restar validez al derecho de la autodeterminación y la constitución como país de los israelíes.

Ehrenreich insiste sin embargo en que “la caracterización del antisionismo como una epidemia más peligrosa que el antisemitismo revela solamente la insostenibilidad de la posición que quienes disculpan a Israel se han visto forzados a tomar.  Presionados por la condena internacional, buscan limitar el discurso, construir muros que delimiten qué se puede y qué no se puede decir”.

“Establecer un gobierno democráctico, secular, pluralista en Israel y Palestina supondría por supuesto el abandono del sueño sionista”, concluyó Ehrenreich.

Las últimas noticias que llegan desde Israel parecen dar la razón a las posiciones antisionistas moderadas que piden el final de las posiciones radicales al frente de la política del país.

El líder del Likud, Benjamin Netanyahu, negocia con el partido ultraderechista Yisrael Beitenu de Avigdor Lieberman la formación de un gobierno estable dejando a un lado al “moderado” Kadima de Tzipi Livni. El resultado de ese pacto podría consolidar las posiciones más duras en Israel. Lieberman es un enemigo frontal del plan de creación de un estado palestino, la única opción aparente hacia una pacificación de la zona.

Sin menospreciar los ataques de Hamas contra Israel, no me resisto a poner este vídeo donde se trata de mostrar el día a día de los habitantes de la franja de Gaza. Cada cual que saque sus conclusiones.

Erased-wiped off the map from C.I. COMUNICACIÓN on Vimeo.

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Israel y Palestina, una derrota compartida

En esto del conflicto entre Israel y Palestina es fácil tomar partido, así, en caliente. Yo también lo hago, a veces con doble ración de indignación. Un inncesario desgaste de bilis que tiende a polarizar la forma en la que vemos el mundo. Si algo sobra en Oriente Próximo eso es taza y media de maniqueismo. A estas alturas de la película, y parrafraseándo el acertado clásico bíblico, “quién esté libre de pecado que tire la primera piedra” (y será por piedras y pecadores -aunque sean por lo civil-). De nada sirve buscar culpables porque después de 60 años de enfrentamientos todos los países son responsables o por activos, o por pasivos. cupula-de-la-rocaIgualmente inútil es acudir al origen histórico del problema que, si bien sería lo más justo, no resultaría práctico. A ver quién le dice a alguna de las partes enfrentadas que haga las maletas porque lo manda la prosaica ley del “yo estaba aquí antes”. A mi modo de ver, la única forma de terminar con este drama es a través de una derrota compartida. Solo asumiendo serenamente que todos pierden se puede alcanzar un estado mental que permita pasar página. Quizá el fracaso del rival reconforte lo suficiente para olvidar el propio.
Otra cosa sería ejecutar semejante plan. Se necesitaría, en primer lugar, de la implicación de EE.UU.. Que la Administración estadounidense estuviese dispuesta a dar la espalda a Israel en sus políticas con la misma firmeza con la que quiere acabar con el terrorismo de Hamas y sucedáneos. Los países contrarios a la nación judía deberían aceptar su existencia y su derecho sobre parte de la llamada “tierra santa”, incluidos los propios palestinos, responsables últimos de aplacar las acciones violentas de sus conciudadanos.
En vista de que las palabras, los diálogos y las conversaciones de paz han demostrado su ineficacia, resultaría baladí hacer un nuevo llamamiento a la cordura si los medidadores no dejasen de ser un actor en la sombra para convertirse en árbitro con capacidad de imponer unas condiciones. Esto seguramente echaría a la Unión Europea fuera de este concierto. Si por algo se caracterizan las relaciones internacionales de la UE es por perderse en palabras y gestos simbólicos que de poco sirven cuando hay que meterse en una refriega para poner orden. Digamos que todo recaería, como suele ser habitual, en la voluntad de respuesta de EE.UU.. Los cascos azules tendrían sentido solo si los estadounidenses les cubriesen las espaldas. Al fin y al cabo, las misiones de paz de los contingentes de la ONU solo han probado ser eficaces cuando los bandos apuestan por el fin de las hostilidades, si ese panorama no se produce, los soldados de las fuerzas multilaterales se convierten en comparsas del conflicto.
Israel tendría que abandonar los asentamientos y renunciar a parte del que ahora es su territorio, conquistado a base de expansiones paulatinas y varias guerras con países árabes. Palestina se convertiría en un Estado con un territorio unido. Ambos países cederían la gestión de los principales recursos naturales del área a un organismo gestor nombrado por Naciones Unidas, entidad que se responsabilizaría de la seguridad en la zona. Jerusalem se convertiría en una ciudad Estado, zona neutral regulada por la ONU y sus fuerzas de seguridad. Palestina e Israel renunciarían a tener ejército. Nuevamente su seguridad dependería de los contingentes internacionales que deberían trabajar bajo una resolución que les autorizase a ejercer el uso de la fuerza en caso necesario.  Unas medidas que conllevan riesgo, pero me atrevería a  decir que menos que dejar las cosas como están.
La llamada comunidad internacional, responsable de lo que ocurre en Oriente Próximo, sufragaría los costes económicos que se asumirían como un precio pequeño a pagar por terminar con el sufrimiento de la población civil de la zona.
Fijaría el mandato de la ONU en 50 años, con posibilidad de prórroga si fuese necesario.
El mundo no es justo, esta idea tampoco, pero ya no se trata de justicia ni de derechos, solo de soluciones. En cualquier caso, se haga lo que se haga tiene que aplicarse con firmeza, unidad, capacidad coercitiva y visión a largo plazo. Le guste o no a los dirigentes palestinos, a los políticos israelíes o a la comunidad internacional.
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Imagen obtenida de Stock.xchng

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PC vs Mac, los "terminators" portátiles

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Obama, no me gustaría estar en tu pellejo

Estimado Barack Obama,

No me gustaría estar en tu pellejo. Aún no has puesto el pie en la Casa Blanca -salvo de visita- ni aliviado los sufrimientos de los estadounidenses pero ya has disfrutado del sabor de la victoria; sin duda un juego peligroso. Hombre del año en 2008, te has ganado la simpatía de (casi) todos, incluidos dirigentes contrarios a Estados Unidos como los Castro cubanos y parte de la comunidad islámica. Has recubierto tu figura de esperanza y consagrado tu sermón al “Yes we can”; ahora repetido como una oración por millones de fieles. Eres un profeta en la política del nuevo milenio y ya te comparan con el malogrado JFK. Chapoteas en un océano de halagos mientras te arrastra una corriente parsimoniosa, sin mácula, al abismo de la presidencia legada por G.W.Bush.
obama-calabazaTu pasado reciente te avala, tu talante cautiva, tus planes convencen. Una estupenda carta de presentación pero un pésimo precedente. Ha llegado el momento de hacer honor a tus buenas palabras. Lo cierto es que ya eres un héroe del cambio sin haber cambiado nada. Tu lista de tareas asusta tanto como las expectativas generadas sobre tu persona. Una ecuación que inevitablemente conducirá a la decepción, la frustración y acto seguido a las críticas. Prepárate para la tormenta, Obama, porque se anuncia temporal en 2009. Como digo, no me gustaría estar en tu pellejo.
Por muy optimista que uno sea, resulta ilógico pensar que el nuevo presidente estadounidense pueda zanjar sin dolor y sin polémica los cánceres que afectan a EE.UU. y por extensión al resto del mundo.
Tendrás que remangarte la camisa y meterte en el fango para desatascar la economía sin maltratar aún más a las familias con menos renta. Necesitarás emplear mucha mano izquierda y enseñar los dientes para calmar Irak sin azuzar la caldera del fundamentalismo mientras buscas al desaparecido Bin Laden y tratas de que el conflicto de Oriente Medio no se extienda más allá de Afganistán.
No me cabe duda de que tu lista de enemigos crecerá cada día, tomes las decisiones que tomes, porque nunca se puede satisfacer a todo el mundo. Elige bien tus pasos porque caminarás al borde del precipicio. Los que ahora te dan palmaditas en la espalda luego pueden pasar a empujarte por la pendiente.
Si eres un buen tipo, como se presume de la imagen que proyectan de ti, elegirás el sendero difícil, el de enfrentarte a los poderes establecidos que han puesto patas arriba las finanzas, que sacan tajada de las guerras, que especulan con la salud del ciudadano y con el medio ambiente por un puñado de billones de dólares. Si tienes el valor de hacerlo, vigila tu espalda. Los buenos tipos suelen acabar traicionados. La historia ofrece numerosos ejemplos de cómo el statu quo mandaba a la cruz, a la hoguera, a la horca o al paredón a quienes mostraban suficientes arrestos como para ser una amenaza.
Si nos tienes engañados, pronto saldremos de dudas. En cualquier caso, no me gustaría estar en tu pellejo.
Cuando el día 20 de enero se concrete tu nombramiento presidencial, rodeado de caras amables, famosos de Hollywood y miles de seguidores, disfruta del momento. A partir de ahí la cosa se pondrá fea y tendrás poco cuerpo para fiestas.
Has dejado entrever tus buenas maneras al publicar en la red la lista de donantes para los festejos de tu proclamación. Algo inédito en Washington. Eres consciente de la importancia de la web, otra novedad que puede aportar frescura a la forma de gobernar y tratar con los ciudadanos. Esperemos que se confirme durante la legislatura y se te acabe recordando, entre otras cosas, como “Obama, el presidente internauta”.
No sé si eres supersticioso pero por si acaso toca madera. Guarda los amuletos que te dieron tus votantes durante la campaña electoral, puede que te hagan falta. Si tomaste las doce uvas para cambiar el año, como te recomendaban en un vídeo viral desde España para atrapar la buena suerte, algo que te llevas.
Recuerda que tu surgimiento y victoria fue posible gracias al caos originado por Bush. Sin su nefasta gestión el fenómeno Obama no habría sido posible, al menos, pienso yo, en 2008. Ten presente sus errores porque eres el remedio escogido para restaurar la cordura; si es que es posible.
Veremos qué tal sale 2009, confío en que no te coja empachado de éxito o con resaca de gloria. En cualquier caso, Obama, no me gustaría estar en tu pellejo.

Fernando Mexia, El plumilla

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