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Totum revolutum

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Muchas películas en el tintero y falta de tiempo, una combinación que me ha llevado a escribir este post. No por más condensadas y breves las críticas son peores. Aquí va mi opinión sobre Law Abiding Citizen, Zombieland, The Informant y The Hurt Locker.

Law Abiding Citizen:
Entretenida película que se queda a medio camino de ser un estupendo thriller psicológico. Sus reminiscencias de Seven, regustillo a Hannibal Lecter y su superlativo espíritu de venganza se combinan con menos acierto del deseable en una trama de tensión inconstante con una crueldad que va de la angustia a la carcajada, lo que hace pensar en un producto de serie “B” con buenas intenciones y actores de renombre o un intento fallido de peliculón. Me quedo con el psicópata interpretado por Gerard Butler y con un buen rato de palomitas y refresco.

Zombieland:
Que nadie se engañe, ésta es una comedia de principio a fin. Su particularidad es que el motivo de mofa es una sociedad devorada por zombies en la que sobreviven unos pocos que lidian con la situación de la mejor manera posible. Me sorprenden las excelentes críticas que ha recibido la cinta en EEUU porque el filme, honesto en su puesta en escena, no pasa de una “Scary Movie” del género zombie. No digo que sea mala en sí misma, pero quien no esté enganchado al tema que no vaya al cine esperando un espectáculo inolvidable. Divertida es, pero eso es todo (que no es poco). Ideal para aquellos que busquen desconectar de su rutina con este sonriente cóctel de sangre “light”. Read the rest of this entry »

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Obama, no me gustaría estar en tu pellejo

Estimado Barack Obama,

No me gustaría estar en tu pellejo. Aún no has puesto el pie en la Casa Blanca -salvo de visita- ni aliviado los sufrimientos de los estadounidenses pero ya has disfrutado del sabor de la victoria; sin duda un juego peligroso. Hombre del año en 2008, te has ganado la simpatía de (casi) todos, incluidos dirigentes contrarios a Estados Unidos como los Castro cubanos y parte de la comunidad islámica. Has recubierto tu figura de esperanza y consagrado tu sermón al “Yes we can”; ahora repetido como una oración por millones de fieles. Eres un profeta en la política del nuevo milenio y ya te comparan con el malogrado JFK. Chapoteas en un océano de halagos mientras te arrastra una corriente parsimoniosa, sin mácula, al abismo de la presidencia legada por G.W.Bush.
obama-calabazaTu pasado reciente te avala, tu talante cautiva, tus planes convencen. Una estupenda carta de presentación pero un pésimo precedente. Ha llegado el momento de hacer honor a tus buenas palabras. Lo cierto es que ya eres un héroe del cambio sin haber cambiado nada. Tu lista de tareas asusta tanto como las expectativas generadas sobre tu persona. Una ecuación que inevitablemente conducirá a la decepción, la frustración y acto seguido a las críticas. Prepárate para la tormenta, Obama, porque se anuncia temporal en 2009. Como digo, no me gustaría estar en tu pellejo.
Por muy optimista que uno sea, resulta ilógico pensar que el nuevo presidente estadounidense pueda zanjar sin dolor y sin polémica los cánceres que afectan a EE.UU. y por extensión al resto del mundo.
Tendrás que remangarte la camisa y meterte en el fango para desatascar la economía sin maltratar aún más a las familias con menos renta. Necesitarás emplear mucha mano izquierda y enseñar los dientes para calmar Irak sin azuzar la caldera del fundamentalismo mientras buscas al desaparecido Bin Laden y tratas de que el conflicto de Oriente Medio no se extienda más allá de Afganistán.
No me cabe duda de que tu lista de enemigos crecerá cada día, tomes las decisiones que tomes, porque nunca se puede satisfacer a todo el mundo. Elige bien tus pasos porque caminarás al borde del precipicio. Los que ahora te dan palmaditas en la espalda luego pueden pasar a empujarte por la pendiente.
Si eres un buen tipo, como se presume de la imagen que proyectan de ti, elegirás el sendero difícil, el de enfrentarte a los poderes establecidos que han puesto patas arriba las finanzas, que sacan tajada de las guerras, que especulan con la salud del ciudadano y con el medio ambiente por un puñado de billones de dólares. Si tienes el valor de hacerlo, vigila tu espalda. Los buenos tipos suelen acabar traicionados. La historia ofrece numerosos ejemplos de cómo el statu quo mandaba a la cruz, a la hoguera, a la horca o al paredón a quienes mostraban suficientes arrestos como para ser una amenaza.
Si nos tienes engañados, pronto saldremos de dudas. En cualquier caso, no me gustaría estar en tu pellejo.
Cuando el día 20 de enero se concrete tu nombramiento presidencial, rodeado de caras amables, famosos de Hollywood y miles de seguidores, disfruta del momento. A partir de ahí la cosa se pondrá fea y tendrás poco cuerpo para fiestas.
Has dejado entrever tus buenas maneras al publicar en la red la lista de donantes para los festejos de tu proclamación. Algo inédito en Washington. Eres consciente de la importancia de la web, otra novedad que puede aportar frescura a la forma de gobernar y tratar con los ciudadanos. Esperemos que se confirme durante la legislatura y se te acabe recordando, entre otras cosas, como “Obama, el presidente internauta”.
No sé si eres supersticioso pero por si acaso toca madera. Guarda los amuletos que te dieron tus votantes durante la campaña electoral, puede que te hagan falta. Si tomaste las doce uvas para cambiar el año, como te recomendaban en un vídeo viral desde España para atrapar la buena suerte, algo que te llevas.
Recuerda que tu surgimiento y victoria fue posible gracias al caos originado por Bush. Sin su nefasta gestión el fenómeno Obama no habría sido posible, al menos, pienso yo, en 2008. Ten presente sus errores porque eres el remedio escogido para restaurar la cordura; si es que es posible.
Veremos qué tal sale 2009, confío en que no te coja empachado de éxito o con resaca de gloria. En cualquier caso, Obama, no me gustaría estar en tu pellejo.

Fernando Mexia, El plumilla

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A zapatazo limpio

Muntazer al Zaidi, un desconocido reportero iraquí, se armó de valor el día 14 y le arrojó a Bush sus zapatos en una rueda de prensa. El furioso periodista descargó su ira contra el mandatario estadounidense harto de sus políticas en Oriente Medio. Una razón que le ha convertido en un héroe para parte del mundo árabe y musulmán, aunque su actuación le ha llevado a prisión. Imagino que en su celda Al Zaidi habrá sopesado ya si su reacción mereció la pena. Al menos, pienso yo, no se quedó con las ganas, las mismas que el resto de profesionales de la información hemos tenido y contenido en numerosas ocasiones durante el ejercicio de nuestra maltrecha labor al enfrentarnos con el día a día.
Bien por decencia, bien por mantener el empleo, bien por falta de agallas, uno se ha ido a casa consumido por la rabia, la frustración, el cansancio y la mala leche más veces de las que puede recordar; y reconozcámoslo, a los periodistas nos sobran los motivos para ponernos en pie de guerra.
El que es periodista o lo es por vocación o lo es por error. Los que tienen empleo se quejan de los bajos salarios, el horario esclavo, la degradación informativa por aquello de que prima la cantidad sobre la calidad… El que no lo tiene mendiga por conseguir lo que sea mientras su familia le dice que estudie para un puesto de trabajador del estado.
El periodista es un especimen raro, sufre en silencio su calvario laboral mientras informa de las penurias del resto de profesiones. Poco trascienden los despidos en medios de comunicación (especialmente en el mundo en español), ni las consecuencias que tienen esas reducciones de plantilla en la credibilidad de un periódico, una televisión o una radio. Parece que a nadie le importa.
Aunque el periodismo es el cuarto poder, el periodista se expone desvalido ante la cruda realidad que quiere contar y que en ocasiones lo devora. Esta profesión, igual que el tabaco, perjudica gravemente a la salud.
En lo que va de año han muerto 50 periodistas en acto de servicio, muchos de ellos en Irak y Afganistán, pero también en México o en Bolivia. En los últimos diez días un cámara fue agredido en Bolivia, un fotógrafo en Venezuela, un reportero en Argentina, un grupo de manifestantes amenazó de muerte a otros periodistas en Perú y unos vendedores ambulantes arremetieron en Colombia contra otras profesionales.
En España se suceden los despidos, bien directos (Qué!, 20 Minutos, por citar dos ejemplos) o bien indirectos, es decir, la no renovación del contrato temporal.
Una situación que en este país europeo se difumina entre líneas en el contexto de la crisis económica y lamentablemente no sigue el ejemplo norteamericano, donde la cosa trasciende algo más.
Doscientos despidos en Detroit, 600 en el grupo canadiense Sun Media , o una veintena en el nacional estadounidense USA Today.
Una desgraciada tendencia de recorte de personal que ha tenido como respuesta la creación de una comunidad en la red social de internet Twitter, donde uno se puede enterar a golpe de mensaje corto y a tiempo real de a quién más han puesto de patitas en la calle.
Si hay un país donde el periodista sea respetado y no sea considerado un tipo de poca confianza o baja catadura moral ese es Estados Unidos (al menos si se compara con otros lugares del mundo), quizá por sea más habitual recibir noticias de lo que pasa con los informadores más allá de la connivencia entre grupos mediáticos para silenciar sus trapos sucios.
Por eso es posible que los empleados del diario The Rocky Mountain News (Denver, Colorado) lancen a la población un S.O.S. para salvar su periódico con la esperanza de encontrar la financiación que les permita continuar con su labor y no cerrar esa centenaria cabecera.
Hay hasta quien en este mundo de los rescates bancarios ha lanzado un plan de emergencia para periodistas que pierdan su trabajo.
La empresa Blogs.com creo el “The TypePad Journalist Bailout Program“, con el que ofrece a reporteros despedidos un espacio gratis en su servidor, así como asistencia técnica, para que ejerzan en la red.
Bien es cierto que internet tampoco es un refugio para los informadores, de hecho los periodistas del mundo web son los que tienen más probabilidad de terminar entre rejas, justo donde está Muntazer al Zaidi.

Llegados a este punto, y valorando la certeza de que mis palabras pueden dar con mis huesos en la cárcel, me imagino compartiendo celda con el periodista iraquí. Estoy seguro de que no podría evitar pensar que al menos él descargó su frustración a zapatazo limpio.

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Un periodista iraquí ataca a Bush con sus zapatos

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