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La culpa es de la crisis

mariab María Benito, periodista

¿Echaremos de menos la crisis?

Estamos en crisis, no hay duda. Y los datos son terribles. Eso lo sabe cualquiera, no hace falta que lea los periódicos, donde durante meses se vienen sucediendo las noticias negativas hasta convertirse en una fuente de desánimo. Pero hay quien se esfuerza por verle el lado positivo, aunque los argumentos no siempre convenzan. Para algunos, la crisis es una oportunidad, tanto individual –tal vez, si uno tiene dinero ahora pueda comprarse una casa- como colectiva –podemos llevar a cabo un cambio en nuestro modelo de crecimiento.

Hace unas semanas, David Marsh publicaba en la web financiera Market Watch un artículo que fue bastante comentado y que comenzaba recordando las palabras de Richard Nixon cuando en 1962 les dijo a un grupo de periodistas que le echarían de menos cuando dejase la presidencia: “You won´t have Nixon to kick around any more” (Ya no podréis seguir maltratando/responsabilizando a Nixon).

grafica-320x200La idea del artículo de Marsh es que, en el fondo, la crisis ha servido de amortiguador de culpas: si algo va mal, es por la crisis y nos fijamos menos en las meteduras de pata de Bush. Y, además, la crisis puede servir para que la sociedad cambie y mejore en algunos aspectos: abandonando la avaricia y pensando más “en verde”. Esta idea la comparte otro artículo, de Kurt Andersen, que apareció a finales de marzo en la revista Time y que se titulaba “The end of excess: is the crisis good for America?” (El fin de los excesos: ¿es la crisis buena para América?) , en el que analiza cómo la crisis puede ser un punto de inflexión histórico que ponga fin al periodo de expansión vivido en los últimos años. Porque Andersen considera que el espíritu de la década de 1980 no terminó y se prolongó durante los años noventa y hasta 2008, cree que los estadounidenses veían venir lo que ha sucedido, pero que miraron para otro lado y que tal vez la crisis sirva para que los americanos abandonen el espíritu de la cigarra y retomen el carácter de la hormiga. Espera que la avaricia se reduzca y se invierta más en lo social.

Por su parte, Marsh cree que la crisis ha servido para que los cajeros de los bancos nos atiendan mejor, pero considera que cuando superemos la crisis, desaparecerán las sonrisas. Entre los efectos beneficiosos de la crisis, Marsh destaca la caída de precios, es el momento de comprar determinadas cosas. Y es cierto, ahora la vivienda es más asequible y hay descuentos en supermercados y tiendas de ropa, así como en tiendas de electrodomésticos. Claro, que para comprar una casa hace falta que el individuo tenga algunos ahorros, un trabajo seguro y pase el examen del banco para obtener una hipoteca. Muchos de los afectados por la crisis no pueden pensar en adquirir una vivienda o son incapaces de afrontar la hipoteca que ya tenían… Además, aunque defiendo que los precios estaban artificialmente hinchados y debían ajustarse, una caída generalizada de precios continuada no nos ayudaría, a medio o largo plazo a ninguno.

Uno de los puntos más criticados del artículo de Marsh es en el que expone los beneficios para la salud que la crisis está teniendo: la gente camina más para ahorrar en transporte y come menos, así que la crisis contribuye a combatir la obesidad. Lo que me preocupa del argumento es que no se fije en que la gente ha gastado menos en comer, cierto, pero se han incrementado las ventas de comida rápida y de gran aporte calórico…Y ahorrar en combustible es bueno para casi todos, menos para petroleras y para los países cuyas economías dependen del oro negro, lo que me lleva a pensar que a medio plazo quizá también nos afectaría a todos negativamente, porque si algo ha quedado claro con la crisis es que la teoría del efecto mariposa está más vigente que nunca y que lo que le pasa a una empresa en Hong Kong puede influir en que el Sr. López tenga que cerrar su negocio en Zamora…

Marsh cree que el abandono de la avaricia que muchos esperan como consecuencia de la crisis será pasajero. Pero tal vez tenga razón Andersen en su artículo (“se ha pulsado el botón de ‘reset’”) y sea un buen momento para repensar el modelo de crecimiento y efectuar un cambio. Andersen no recomienda abstinencia, sino moderación. Y cree que algunos hábitos saludables pueden perdurar.

El problema de la crisis es que para muchas familias ha sido un golpe muy duro y les costará bastante recuperarse, sobre todo a las que tenían menos recursos o para las que tienen a todos sus miembros en el paro (en España hay 1.068.400 hogares en esta situación). El otro día iba en el cercanías y dos señoras que estaban sentadas enfrente de mí iban comentando las desgracias de una tercera. La conversación derivó hasta centrarse en la crisis (porque, como ya he dicho, ahora todo es sobre la crisis y se habla de ella no sólo en los medios, sino también en el bar o en el mercado). Y una de ellas sentenció: “Si crisis ha habido siempre… la crisis de los pobres”.

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La caída del "cuarto poder"

La crisis económica tiene su rostro más visible en el desempleo. Todos los sectores se ven afectados por el recorte de plantillas, desde las finanzas al mundo del automóvil, desde la construcción al turismo; una lista de víctimas entre las que no falta, por supuesto, el periodismo. Las cifras son espantosas. En España, por ejemplo,  un 16 por ciento de estos profesionales buscan trabajo y más de 2.000 reporteros han sido despedidos desde que se desató el cáncer crediticio. En EE.UU.  30.000 “plumillas” se quedaron en la calle durante 2008 y las cosas no pintan bien para este año en vista de que los recortes de personal siguen a la orden del día. El grupo Tribune (poseedor de cabeceras como LA Times, Chicago Tribune y muchos otros), CNN, Conde Nast (revistas como Vanity Fair, Vogue) o Time, por citar unos cuantos,  se han desprendido de parte de sus equipos para superar el mal trago económico.  La cosa está mal en todas partes, la prensa no iba a ser menos ¿no? Sin embargo bajo este “fusilamiento” de periodistas subyacen unos efectos secundarios de alcance que van más allá de la reducción de las páginas de un periódico: la crisis está minando la capacidad de los medios de comunicación para cumplir su papel de vigilante de los políticos, está torpedeando la línea de flotación del “cuarto poder”.

En EE.UU., país de referencia en el periodismo de investigación, las bajas de reporteros de renombre (de altos salarios) ha hecho que varios articulistas comiencen a preocuparse por la salud de la cobertura informativa que se hace de la gestión de las autoridades.

James Rainey del LA Times señalaba en esa dirección en su columna del día 20 de marzo.

“Los periódicos continúan, hasta cierto punto,  con su papel histórico de conducir y dar forma al debate políticopress pero han rebajado drásticamente sus plantillas, a menundo perdiendo a sus reporteros más experimentados (y con el salario más alto), debido a la espantosa recesión y la fuga de publicidad a internet”, comentó Rainey, a quien varios asesores políticos aseguraron que el efecto de la crisis se está dejando notar ya en la calidad de la información que logran los periodistas de las autoridades.

La primera consecuencia visible es que los partidos están utilizando la irrupción en escena de jornaleros de la información poco experimentados  para “venderles” como noticias contenidos propagandísticos que antes tendrían que haber pagado para verlos publicados en papel.

Un panorama que poco se parece a las condiciones en las que trabajaron Woodward y Bernstein  para destapar el escándalo Watergate en The Washington Post en 1972. Es cuestionable si a día de hoy algún medio está en disposición de dedicar tantos recursos a investigar un caso similar y esto es algo preocupante, además de triste.”Imagina que conduces por la 5 (una autopista interestatal estadounidense). Solía haber un par de patrulleros de la policía para mantener a la gente bajo control. Ahora se han ido y todo el mundo lo sabe. Esto puede desenvocar rápidamente en una situación parecida a ‘Mad Max’ (clásico del cine sobre una sociedad apocalíptica donde regía la ley del más fuerte)” dijo Chris Lehane, veterano consultor del partido Demócrata, quien no dudó en calificar a los periodistas como los agentes de la ley de la política que velan porque los gobernantes no se emborrachen de poder.

Es indudable que las altas fiebres que sufre el periodismo por culpa de la crisis pueden tener otra lectura  y ser el principio de un cambio -para muchos inevitable- del papel a la web. En la vanguardia de esta transición está el Seattle Post-Intelligencer, uno de los grandes periódicos estatales de EE.UU. que el 17 de marzo echó el cierre a su edición física y concentró sus esfuerzos en informar a los usuarios de internet.

La red es sin duda un universo de posibiliades comunicativas, habitualmente un maremagnum de noticias, que sufre de falta de credibilidad en muchos casos. Internet es también un refugio para firmas de prestigio, que pueden seguir escribiendo sobre lo que ocurre alrededor incluso después de ser despedidos, aunque sin el amparo de un grupo mediático que pueda proteger su trabajo cuando tengan entre manos un tema candente. La web es aún un cajón desastre donde cada uno hace la guerra por su cuenta, donde el reportero se expone en primera persona ante los elementos. watergateNo es lo mismo que The Washington Post publique un caso de corrupción o que lo haga un bloguero en su portal de internet, sin duda, no lo es. ¿Se podría destapar un nuevo ‘Watergate’ y sostener la investigación desde un blog? En el futuro quizá, hoy lo dudo.

Este período oscuro económico ha dejado en evidencia la debilidad de los medios para cumplir con rigor con su papel social, insuficientes recursos en la prensa tradicional y demasiada responsabilidad como para cargarla sobre los hombros de los florecientes blogs.

Unas conclusiones que van en la misma sintonía que  el último informe del Pew Project for Excellence in Journalism sobre el estado del periodismo en EE.UU. durante 2008.  Interesante estudio en el que se evidencian los problemas de financiación de los medios, la caída de las investigaciones sobre los políticos y el giro hacia internet, tanto por parte de los grandes grupos mediáticos como, sobre todo, por los periodistas a título personal.

Los enamorados de ese periodismo de “Watergate” podrán disfrutar en unas semanas de “State of Play”, filme en el que Russell Crowe recupera la figura del reportero callejero, de “perro viejo” que hace preguntas incómodas y es incapaz de modernizar sus métodos. Crowe investiga un suceso relacionado con un senador que le llevará a desvelar una historia que no imaginaba. La recomiendo.

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La brecha social en las redes de internet

peregrinomundo Peregrino mundo, por Juan Berga. Sigue su blog aquí

¿Una red o un sindicato?

Los parados de Full Monty ensayaban su “striptease” en una oficina de empleo. Hoy, no lo harían. Colgarían un video en Youtube y buscarían un sistema de micropagos para quien quisiera ver la escena final. Más allá de mi ironía, esta idea que podría parecer rídicula no parece tan descabellada ante el florecimiento de las cada vez más populares redes sociales de internet.

facebookSe acumulan informes y datos que indican que la crisis no ha sido una mala noticia para las redes sociales que ven como se incrementa de forma sorprendente el número de usuarios. Un síntoma de que algo está cambiando en los hábitos de comportamiento sociales, no se trata simplemente de que tengamos menos tiempo disponible para vernos en persona.

Hasta los profesionales del sector financiero, siempre reticentes a mezclarse con los comunes mortales empiezan a llegar; en medio de tanta incertidumbre financiera parecen estar preparándose para lo que pueda venir, aunque sea haciendo “amigos” en la red.

Tanto es el entusiasmo que ya se habla de nuevos modelos empresariales y en las cocinas de emprendedores se piden nuevas ideas de negocio. La crisis ha dado a las redes lo que los otros sectores están perdiendo: clientes potenciales.

Observemos algunas pautas. Los desempleados, aunque estén en su casa, no se aíslan. Han volcado su estrés en un amplio diálogo con otros como ellos. Un diálogo que queda al margen de sindicatos, asociaciones, organismos públicos u oficinas de empleo y tiene lugar íntegramente en las redes sociales (como Facebook u otras similares).

Tardaremos en saber si es un movimiento de fondo. Lo institucional, los espacios de encuentro tradicionales, sufren descrédito aunque  eso no anula la voluntad de socializarse de la gente. Los parados navegan y crean redes, cambian sus comportamientos. Algunos informes hablan ya, por ejemplo, de reducción de los correos electrónicos y su sustitución por las conversaciones interactivas ¡Bien por la 2.0!

Pistas hay también sobre el modo en que se espera conseguir empleo en esta crisis: por cooptación. Las ofertas no aparecen en los organismos públicos, ni en la prensa, ni en casi ninguna parte. Son las redes sociales, los conocidos, los que transmiten a modo de chismes ésta o aquélla posibilidad.

Hace tiempo que la capacidad de generar redes es un símbolo de una integración de calidad en el mercado; hoy, es probablemente un elemento de seguridad. ¡Ay de aquél que no tenga red! Una nueva dimensión de brecha digital se nos viene encima.

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