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El dinero virtual: la revolución monetaria

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Las crisis son puntos de inflexión que anticipan un cambio. Cuanto más crítica es la situación más revolucionaria es la respuesta que surge de los afectados. El infarto sufrido por el sistema financiero internacional, que ha quedado al borde del coma, es un campo de cultivo idóneo para el surgimiento de nuevas formas pago, de una nueva economía sin reservas federales ni bancos centrales. Llega el momento de las divisas virtuales.

virtualHasta ahora el dinero siempre ha tenido una forma física, aunque sea como tarjeta de plástico con banda magnética, pero nos encontramos a las puertas del “boom” del billete que no se puede tocar creado a través de las populares redes sociales. El fenómeno no es nuevo pero sí disperso. Plataformas como Hi5 tiene ya su Hi5 Coins, mundos de videojuego como “Second Life” cuentan con sus Linden Dollars y en Twitter surgieron los poco conocidos Twollars. Meros ejemplos de una larga lista de “dineros” aceptados en el llamado ecosistema virtual que, sin embargo, no interactúan entre ellos. Vamos, no se han establecidos los tipos de cambio para estas “divisas”.

Compañías como Spare Change o Jambool (con su SocialGold) han intentado llenar ese hueco y ofrecen el cambio de moneda real por moneda virtual que es aceptada para operaciones en centenares de juegos y redes sociales como MySpace. Un paso intermedio hacia la creación de un sistema monetario virtual universal. No obstante, la cristalización de estas nuevas formas de pago necesitará del liderazgo de la figura dominante del “networking”, Facebook (Facebook payments: Think virtual)

Más de 200 millones de usuarios en todo el mundo convierten a este sistema de comunicación en la mejor vía para naturalizar la aceptación de una divisa que pueda cuajar más allá de la propia red y sea aceptada como valor fiable en transacciones ordinarias, como contratar un crucero por el Caribe, hacer la compra por internet, o adquirir unas entradas para un concierto.

Los directivos de Facebook están detrás de esta idea. Hoy por hoy el uso del dinero virtual en esa red se reduce a comprar “regalos” -como mandar unas flores virtuales o una tarta de cumpleaños para felicitar a un amigo a un precio simbólico- Algo que podría parecer ridículo y que sin embargo está deparando muchos beneficios. Con la expansión de Facebook por los cinco continentes (es la plataforma social más internacional) la posibilidad de universalizar un sistema de pago a través de créditos de Facebook no es algo descabellado.

Facebook tiene en mente aumentar el uso de sus créditos como si fueran una divisa mediante la aceptación de los mismos de quienes hacen aplicaciones para su red. Estos pueden canjear sus ingresos en “moneda” Facebook a dólares, por poner un ejemplo, pero puede que en el futuro prefieran mantener las divisas virtuales.

La “magia” económica comenzaría a producirse cuando ese dinero virtual fuese ampliamente aceptado con la confianza de que en cualquier momento uno puede cambiarlo en billetes reales. En ese momento ya no habría estrés para canjear las divisas ¿qué más da una que otra si valen todas? Un paso que requeriría un tipo de cambio “Facebook – dólar- euro” (por ejemplo).

A partir de ahí, no habría diferencias aparentes en el funcionamiento económico. Las compras por internet son ampliamente aceptadas a día de hoy; superadas las dudas iniciales, quien más o quien menos ha usado su número de tarjeta alguna vez para adquirir algo a través de la red. Es el pan nuestro de cada día. Con la moneda virtual sería igual, pero en vez de respaldar la compra el sistema bancario lo haría Facebook, o en su caso una red de entidades generadoras de crédito virtual que podría incluir también a MySpace, Hi5, así como productores de videojuegos “online”.

Es más, podría llegarse a la producción de tarjetas con dinero virtual para pagar en establecimientos, igual que se hace con el dinero conocido. Los más ricos en esas divisas podrían a su vez dar créditos con intereses a usuarios de internet sin necesitarse una mediación vía dólar o euro. Comenzaría la especulación virtual, la creación de “millonarios de divisas de internet” y también de pobres de la red, que como consecuencia lo serían también en la vida real. Igual que ocurre en un casino cuando uno cambia sus dinero por fichas, pero el casino sería global y las fichas imaginarias.

Esta realidad es plausible con las condiciones económicas actuales y el éxito de las redes sociales. En esa dirección caminan las redes sociales. Al fin y al cabo, todo lo que tiene que ver con los sistemas de pago se basa en una pura relación de confianza entre las personas que realizan la transacción.

Obviamente, la creación de esta economía paralela sin entidades controladoras y movida por intereses privados generaría incertidumbre sobre la solidez y la seguridad del sistema.

“Hay un enorme pontencia para el fraude en lo que sería el equivalente a un comercio interno, y como esas economías estarían bajo el control de un propietario virtual mundial sería muy fácil causar una masiva hiperinflación”, comentó el abogado Mark Methenitis en un artículo sobre las “divisas virtuales” para la CNN.

Puesto a vaticinar, intuyo que este sistema será el origen de la próxima gran crisis económica que llegará, como toda crisis, después de tener un éxito desmesurado.

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Sin tiempo para la ética

peregrinomundo Peregrino mundo, por Juan Berga. Sigue su blog aquí

Ética y comunicación digital: cerebros incompletos

Ya son varias veces las que trato el funcionamiento del cerebro. Seguramente la comunidad científica, ante las dudas sobre el comportamiento humano, ha decidido analizar si se ha producido alguna mutación que justifique los habituales desmanes de los que es capaz la mente humana.

En esta ocasión comento los resultados de las actitudes cerebrales en materia de ética y las redes sociales. Ni más ni menos que de un Instituto en la Universidad de Southern en California llegan noticias sore el asunto: un estudio sobre emociones y ética.

brainBien es sabido que la ética y las decisiones justas requieren calma y tranquilidad. No me refiero a que haya que suspender la filosofía dos veces ni, como bien habréis aprendido en vuestras aprovechadísimas tardes de bachillerato, que la ética requiera pasarse tardes enteras en el césped, con un libro de Platón bajo el brazo, naturalmente. Lo que quiero decir es que las decisiones éticas deben ser meditadas. Pues bien, los investigadores han reflexionado sobre si la rapidez de respuesta en las redes limita nuestra capacidad cerebral de comportamiento ético. Que luego decís que los científicos no se ocupan de cosas útiles…

Así que se han puesto a analizar el cerebro de trece voluntarios – cabe imaginar que tales voluntarios serían normales, no seáis malpensados-  estimando que el tiempo de reacción va de seis a ocho segundos para empezar a tener una respuesta cerebral, y  que debe ser más larga para ser adecuada en materia de emociones y decisiones éticas y morales.

La conclusión es que el tiempo ligado a elecciones morales no se respeta en la comunicación digital, habitualmente vertiginosa y poco reflexiva. Seguro que ya estaréis maquinando una justificación para las tonterías en cuanto os ponéis delante de Facebook a mirar qué color, personaje, o animal sois.

Sostienen los autores que las acciones y reacciones con implicaciones éticas requieren más tiempo: la tempestad de información produce cerebros incompletos. Ahí está: ésa es la justificación que estabais buscando para cuando vuestros hijos e hijas pretenden llevarse el portátil a su habitación, la playa, o cualquier otro sitio.
O sea, muchachos, ya tenemos culpable para nuestras tonterías: el tiempo de la comunicación digital es el que hace que nuestro cerebro se comporte como si estuviera en formación.

Sugiere el estudio que, en la cultura de los nuevos medios, la rapidez con la que la violencia y el sufrimiento social se presenta, sea en redes, televisión, cine o videojuegos, hace que nuestro cerebro se comporte con indiferencia porque no reacciona.

Vivir lentamente, en suma, ayuda, a reacciones éticas en la red. La pena es que te dejan tirado en el chat: es que no hay manera.

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foto: stock.xchng

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El ocaso de los mass media

fer Fernando Mexía, El plumilla.

La prensa de papel no ha muerto y dudo que se extinga, al menos en el tiempo que me toque vivir. Lo que sí está en cuidados intensivos enfilando la puerta del camposanto es la estructura de la industria informativa. No voy enterrar a los grandes grupos mediáticos pero, señores, los días de vino y rosas de esas corporaciones tienen los días contados. Internet y el desarrollo de las tecnologías de comunicación móvil han abonado el terreno para una revolución informativa que ha echado a andar a raíz de la crisis económica. Los problemas financieros están sacudiendo las manzanas maduras de un árbol mediático con exceso de hojas y frutas tras décadas de buenas cosechas. Lo sano, lo que toca ahora, es la poda.

Entramos en la era del personal branding en la que la credibilidad tendrá nombre y apellido -no se esconderá detrás de una cabecera de periódico-, la agenda setting será tan flexible como quiera el consumidor de noticias y el medio será la persona y la persona será el mensaje, alterando la cita de McLuhan.

Hace una década aún estaba en la facultad de periodismo, por aquellas me acaba de comprar mi primer teléfono móvil, estaba empezando internet y en España experimentábamos con los correos electrónicos sin saber muy bien qué daría de sí el asunto. Ninguna de las clases que tuve en la universidad me preparó para el cambio que se está produciendo ahora. Ningún profesor me adelantó lo determinante que sería la web en el mundo informativo. Nadie tenía blogs ni amigos en Facebook. La salida laboral como profesional era entrar de cualquier manera en un mass media, aunque fuese sin cobrar; de hecho, normalmente sin cobrar pero con ánimo de lucro. Aunque no me hablaron de internet (o casi nada), sí me sermonearon sobre Marshall McLuhan y su aldea global, sobre la influencia del sistema de comunicación en el mensaje que reciben las audiencias, sobre las diferentes teorías de los medios masivos y como no, la famosa aguja hipodérmica. Estos paradigmas se han quedado pendientes de revisión o para una clase de historia, junto a la imprenta de Gutenberg.

prensados-800x600Hoy vivimos el ocaso de los mass media, la caída del Antiguo Régimen de la comunicación debido al alzamiento del sumiso lector-espectador-oyente. El hasta ahora dócil receptor ha tomado la particular Bastilla de la distribución informativa armado de opiniones disparadas desde internet. Estamos en medio de una revolución que empezó con los blogs y que busca guillotinar a los medios de masas en favor de los social media. Adiós al poder hegemónico informativo de unos pocos, saludamos a la democratización de las noticias y los puntos de vista. Eso sí, la caída del absolutismo no supone el fin de la aristocracia. Como en toda revolución, muchos de los antiguos poderosos se las apañarán para mantenerse en lo alto de la cadena informativa, aunque ahora tendrán que compartir su espacio de privilegio con aquellos que logren abrirse camino hasta ahí gracias a su talento.

Dicho en román paladino, quien quiera pintar algo en el futuro informativo que viene (o que ya está aquí)  más vale que vaya creándose una identidad diferenciada en internet, bien a través de un blog, una web, participando activamente en redes sociales, etc. No descubro nada, pero por si acaso hay algún despistado no está mal decirlo. La crisis económica ha golpeado con dureza la línea de flotación de los medios masivos, la principal fuente de empleo para los periodistas. Los despidos se multiplican por doquier como una gripe española y todo apunta a que no es un chaparrón pasajero. La cosa está fea, muy fea.

La crisis reducirá (hablo en futuro porque intuyo que la criba irá a más) el número de empleados por medio y hará que, una vez que pase el temporal, sea mucho más difícil si cabe entrar en una de esas grandes compañías informativas en unas condiciones cómodas. Se impondrá el periodista autónomo, el freelancer, frente al asalariado, el reportero multimedia frente al especializado en un solo campo, la inestabilidad laboral frente la seguridad corporativa. Una evidente precariedad (más aún de la que ya existe) que es también una oportunidad.

La autonomía significa más independencia, la independencia supone libertad, la libertad implica tiempo y el tiempo combinado con las ganas y las buenas ideas conlleva calidad. La calidad informativa es el principio fundamental del reconocimiento. El reconocimiento es el primer paso hacia el prestigio y el prestigio vale dinero. Esto es, personal branding.

Esta revolución que vivimos y nos las hace pasar canutas abre la puerta a una generación de periodismo libre de ataduras y bien pagado para quien sepa aprovechar la ocasión. Bien es cierto que el mercado que deberá sostener ese sistema aún está formándose, pero no está mal  ir tomando posiciones.

Un respetable columnista de The Wall Street Journal, Walt Mossberg, hizo recientemente una interesante reflexión, recogida en un conocido blog, sobre el futuro del periodismo al ser preguntado si merecía la pena salvar los periódicos.

“No es la pregunta que hay que hacerse (dijo). La cuestión real que deberíamos hacernos es si podemos o no salvar el buen periodismo. Piensa en ello. De los cientos, miles de periódicos en el país (EE.UU.), solo hay unos pocos que importan. Buen periodismo y periodistas, por otra parte, merecen el rescate”.

Cómo se articulará el periodismo de los próximos años se está gestando ahora, quienes liderarán esaspotus transformación están navegando por internet hoy, algunos ya han puesto encima de la mesa su apuesta de futuro, tal es el caso de Spot.us. Presentado como un proyecto sin ánimo de lucro -como una ONG del periodismo- se trata de una start-up con origen en San Francisco, California (hogar de Google, Yahoo!, etc.) que busca directamente su financiación en la comunidad de lectores. Se proponen proyectos de reportajes en profundidad sobre temas que pueden resultar interesante para los vecinos del área de San Francisco. Se recogen donaciones de 20 dólares por persona y se contrata a un periodista para llevar a cabo el trabajo. Terminada la investigación y elaborada la historia se ofrece a otros medios de comunicación. Si se vende, se reparten los beneficios entre los donantes, que normalmente reinvierten el dinero en un nuevo reportaje.

Spot.us tienen tan solo unos meses de vida pero funciona y planea expandir su modelo de periodismo por otras partes de este estado y posteriormente en el resto de EE.UU..

Ciertamente es una buena idea, aunque parte de la base de que la gente está dispuesta a pagar por tener buena información. Algo posible solo donde el periodismo es respetado y respetable. Tengo mis dudas, serias dudas, de que este formato funcionase en otros países, sobre todo en el mío, España. Pero Spot.us es al menos un motivo para la esperanza.

En el siguiente vídeo David Cohn, el joven promotor de esta empresa informativa, detalla (en inglés) los pormenores de Spot.us. Una presentación a modo de entrevista en la que asegura que “el periodismo sobrevivirá la muerte de sus instituciones”.

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Imagen: stock.xchng

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Ser o no ser en internet: Facebook y Twitter

Tener un perfil en Facebook ha dejado de ser un “juego” para ser una necesidad. El universo de las redes sociales en internet ha evolucionado hasta el punto en el que se puede afirmar que si no estás en ellas no existes en la red. No exagero, especialmente cuando se trata de Facebook, aunque no es la única. En 2008 Twitter, el estandarte del fenómeno conocido como “microblogging”, pasó de ser una herramienta de utilidad cuestionable a encontrar su lugar en el mundo como canal de comunicación inmediata con unos contenidos que van más allá de la anécdota.

facebook-y-twitterHoy mismo (2/3/09) el diario  Los Angeles Times se hacía eco de una nueva tendencia en Hollywood, el uso de Twitter entre las estrellas del cine y la televisión para comunicarse con sus fans. En concreto el periódico más importante de la meca del cine explicaba como uno de los protagonistas de la serie “Heroes” se comunicaba con sus más de 20.000 seguidores en este servicio de mensajes cortos de internet para conocer al instante qué opiniban sobre el último episodio emitido en televisión justo después de que concluyese. Entre los actores enganchados al Twitter se citaba, por ejemplo, a Demi Moore.

Este medio de comunicación masivo comenzó en 2006 y se extendió con rapidez especialmente en EEUU gracias a la popularización de la llamada telefonía inteligente (iPhone, Blackberry…)  y donde ya cuenta con más de 2,6 millones de usuarios.

Lo que en principio parecía tener una utilidad cuestionable -¿qué interés tiene saber lo que otra persona está haciendo constantemente? comprar el pan, ir a trabajar, desayunar…- fue ocupando su sitio en el universo web y se convirtió en un gran foro lleno de pequeños foros en los que se podía conocer información que de otras formas no trascendería tan rápidamente, como despidos en diferentes empresas en  crisis. Otra comunidad de Twitter, Jobangels,  sirve ahora para ayudar a buscar empleo. Todo esto, por supuesto, en Estados Unidos.

Mientras el microblogging va ocupando su lugar en la rutina de los más propensos a la conectividad, Facebook saborea las mieles del éxito sin saber cuál será su límite y sin que se vislumbre en el horizonte un sustituto que deje a esta red social obsoleta.

Casi todo el mundo está en Facebook, un simple ejercicio sirve para comprobar hasta dónde ha llegado esta herramienta que nació para mantener conectados a los estudiantes de Harvard en 2004. De ahí se amplió el servicio a otras universidades, hasta que finalmente los creadores de esta web decidieron abrir el acceso a todos los públicos. Tal es así que cerca de 200 millones de personas se han creado una identidad Facebook. Basta pensar en un nombre y buscarlo en esta red social, es muy probable que aparezca: Obama, Zapatero, Rey de España, Putin, Sarkozy, Barbie, Maradona, Hugo Chávez, Fidel Castro, Arnold Schwarzenegger, Brad Pitt, Pinocchio, la Sirenita…

La cosa ha llegado al punto de que la prensa empieza a utilizar como baremo de popularidad el número de “amigos” que uno tiene en Facebook, algo que ha hecho de esa red social un arma política en las campañas electorales.

Pero no solo los políticos tiene que ocuparse, y algunos preocuparse, de esta herramienta de contactos. La introducción de información personal en ésta y otras plataformas es una tentadora base de datos para empresas de publicidad, estafadores y personajes de baja calaña que se mueven libres en la estratosfera virtual.  Entre los episodios negativos asociados a Facebook de alguna forma reseñaré el caso del asesinato de una mujer a manos de su marido por cambiar su estatus de casada a soltera en su perfil del portal, o el de una persona que se enteró de que su empresa le había despedido a través de un mensaje en Facebook, increíble y despreciable.

El éxito de ambas compañías ha llevado a Facebook a hacer una oferta para comprar Twitter, que ésta rechazó. Parece que los líderes del microblogging tienen altas sus miras.

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La brecha social en las redes de internet

peregrinomundo Peregrino mundo, por Juan Berga. Sigue su blog aquí

¿Una red o un sindicato?

Los parados de Full Monty ensayaban su “striptease” en una oficina de empleo. Hoy, no lo harían. Colgarían un video en Youtube y buscarían un sistema de micropagos para quien quisiera ver la escena final. Más allá de mi ironía, esta idea que podría parecer rídicula no parece tan descabellada ante el florecimiento de las cada vez más populares redes sociales de internet.

facebookSe acumulan informes y datos que indican que la crisis no ha sido una mala noticia para las redes sociales que ven como se incrementa de forma sorprendente el número de usuarios. Un síntoma de que algo está cambiando en los hábitos de comportamiento sociales, no se trata simplemente de que tengamos menos tiempo disponible para vernos en persona.

Hasta los profesionales del sector financiero, siempre reticentes a mezclarse con los comunes mortales empiezan a llegar; en medio de tanta incertidumbre financiera parecen estar preparándose para lo que pueda venir, aunque sea haciendo “amigos” en la red.

Tanto es el entusiasmo que ya se habla de nuevos modelos empresariales y en las cocinas de emprendedores se piden nuevas ideas de negocio. La crisis ha dado a las redes lo que los otros sectores están perdiendo: clientes potenciales.

Observemos algunas pautas. Los desempleados, aunque estén en su casa, no se aíslan. Han volcado su estrés en un amplio diálogo con otros como ellos. Un diálogo que queda al margen de sindicatos, asociaciones, organismos públicos u oficinas de empleo y tiene lugar íntegramente en las redes sociales (como Facebook u otras similares).

Tardaremos en saber si es un movimiento de fondo. Lo institucional, los espacios de encuentro tradicionales, sufren descrédito aunque  eso no anula la voluntad de socializarse de la gente. Los parados navegan y crean redes, cambian sus comportamientos. Algunos informes hablan ya, por ejemplo, de reducción de los correos electrónicos y su sustitución por las conversaciones interactivas ¡Bien por la 2.0!

Pistas hay también sobre el modo en que se espera conseguir empleo en esta crisis: por cooptación. Las ofertas no aparecen en los organismos públicos, ni en la prensa, ni en casi ninguna parte. Son las redes sociales, los conocidos, los que transmiten a modo de chismes ésta o aquélla posibilidad.

Hace tiempo que la capacidad de generar redes es un símbolo de una integración de calidad en el mercado; hoy, es probablemente un elemento de seguridad. ¡Ay de aquél que no tenga red! Una nueva dimensión de brecha digital se nos viene encima.

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