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Crítica de cine: Transformers 2

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Transformers: Revenge of the Fallen es una película no apta para mayores de 10 años. Ese fue el sabor de boca que me dejó la secuela de Michael Bay (Armageddon, 1998) después de algo más de dos horas de derroche de efectos especiales, acción trepidante hasta el punto del mareo y un hilo argumental que puede sumirte en el mayor de los sueños; como le pasó a la persona que se sentó a mi lado (que se despertaba sobresaltado con cada estruendo).

Los 200 millones de dólares de presupuesto de este proyecto, el más caro del año -si mis datos son correctos- , se evaporaron en convertir la cinta en un producto a medio camino entre un videojuego descomunal de portentosos robots y una película de serie B que tiene en nómina a Shia Labeouf y a Megan Fox, dos de las estrellas jóvenes más de moda del momento en Hollywood. Algo que también se paga, evidentemente.

La historia de esta secuela se remonta al principio de la Humanidad, vincula a los malvados Decepticons con el pasado egipcio en una reinvención arqueológica a modo de licencia artística para darle forma a un guión poco profundo que requiere escasa exigencia mental del espectador. La segunda parte de Trasnformers es, como dijo Bay, “una película para el verano”, con todo lo que conlleva esta afirmación que suena a justificación de padre ante un hijo que decepciona.

La cinta da mucho protagonismo a los robots, tanto es así que las interpretaciones de los actores se reducen a los ratos en los que las máquinas alienígenas no están enfrascadas en un combate hasta la última gota de aceite. Hay secuencias de acción que duran tanto que puedes llegar a olvidarte de por qué se estaban pegando unos y otros. Eso sí, al margen de la exagerada velocidad que hacía muy difícil de seguir muchas de las tomas -imagino que con el fin de darle realismo- los enfrentamientos robóticos en varios escenarios naturales son de una calidad técnica bastante impresionante.

Al finalizar el visionado, en medio de mi perplejidad y confusión por lo que acababa de contemplar, me crucé con una pandilla de niños que habían tenido el privilegio de ser los primeros de su colegio, seguramente,  en ver el filme. Parecían extasiados, ojos abiertos de para en par y sonrisa de oreja a oreja. Fue entonces cuando le escuché a uno de ellos decir convencido: “It’s the best movie ever” (que traduciría como: ‘es la mejor película de todos los tiempos’) . Entonces fue cuando dejé a un lado mis juicios de valor periodísticos y pensé que lejos de estrellarse, Transformers 2 iba a hacer muchos millones de dólares en taquilla.

Un colega periodista me dijo más tarde que esta película estaba pensada para un espectador  de seis años, yo le daría un poco más de crédito y subiría hasta los diez. Después de todo esto, a nadie le extrañará que como regalo promocional dieran un monopatín a la prensa.

Una cosa más. Admito que mi predilección por  John Turturro me hace poco objetivo a la hora de criticarlo,  pero el punto de comicidad que le dio a la película fue de agradecer.

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Aclaración: Cuando hablo de la edad, en ningún caso tengo la intención de ofender a los seguidores de la saga o a las personas a las que les haya gustado el filme, simplemente considero que la película está pensada para asombrar en todos los sentidos a niños, que normalmente le piden menos al guión que un adulto que ha visto muchas películas. Los niños llenan los vacíos con imaginación. Eso no quita para que le pueda gustar a más gente pero es más que evidente que el equipo del filme se preocupó muy poco de que la historia estuviese a la altura de tanto presupuesto.

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Crítica de cine: Star Trek

fer Fernando Mexía, El plumilla.

Star Trek será un éxito, al menos en términos de taquilla y fans, precisamente lo que cualquier productor de Hollywood busca cuando invierte su capital en el séptimo arte. Habrá secuelas, al menos hasta completar una trilogía, aunque el USS Entreprise arranca motores de nuevo para una misión de cinco años, por lo que se podría especular con un largo futuro en el celuloide a los Kirk, Spock y compañía después del lifting rejuvenecedor sufrido por los personajes. Ése es mi pronóstico, fácil de hacer por otra parte cuando se cuenta con que el producto es famoso antes de nacer, los personajes son carismáticos y la dirección cuenta con un habilidoso J.J. Abrams, una de las manos que mece la cuna de la exitosa serie de televisión “Lost” (Perdidos).

startrekNo obstante ni Abrams, ni sus colegas guionistas, ni los actores se aventuraron a hablar de nuevos capítulos hasta no ver cómo era el parto de la primera criatura, por aquello de evitar sonar presuntuosos o tener que desdecirse más adelante si las cosas se tuercen. De todas formas pareció evidente en la presentación con la prensa en Los Angeles que el equipo de Star Trek estaba moldeando una segunda parte. Chris Pine, el nuevo capitán Kirk (que originalmente encarnó William Shatner) dejó caer que todos los tripulantes del Entreprise se comprometieron a realizar tres filmes y Zoe Saldana, la joven responsable de comunicaciones Nyota Uhura, confesó que querría tener más protagonismo en las secuencias de acción en la segunda parte después de que fuese el objeto de deseo de Kirk y el Spock de Zachary Quinto; sí, el mismo que encarna al maquiavélico Sylar en “Heroes”.

Lo mejor de la película es  cómo se retoman los personajes. La más difícil de las tareas a las que se enfretaban los responsables de retomar la saga por el hecho de que se mantienen los nombres de los protagonistas clásicos y se les cambia de cara y voz. Abrams explicó que el objetivo del filme era servir de puente entre las viejas historias y las que están por venir sin convertir a las nuevas películas en una reinterpretación de unos guiones ya escritos.

Tanto Pine como Quinto como el resto de los miembros del Enterprise se enfundan el carácter impregnado por sus antecesores y resultan creíbles como jóvenes versiones de los veteranos tripulantes de la nave espacial. A partir de ahí aportan su propia identidad y facilitan una transición hacia un universo desconocido de aventuras. Se adueñan de los nombres y lo hacen bien.

El lado oscuro de la película es cómo se desarrolla la acción en sí. Tan preocupados estaban Abrams y cia. de construir un escenario que permitiese retomar Star Trek desde los orígenes y sin pillarse los dedos con todo lo que se había contado hasta ahora que el nudo y el desenlace del filme flojea.

Como redefinición de la esquilmada saga Star Trek es un triunfo, como producto independiente no pasará a la historia de las cintas de ciencia ficción. No aporta nada, no plantea nuevos desafíos, no deslumbra por sus costosos efectos especiales. Veremos si en la segunda parte el guión se centra más en engatusar al espectador que en solventar con diligencia la complejidad de reinventar la franquicia.

La reaparición de Leonard Nimoy como Spock es un regalito para los fans pero su peso en la película es testimonial. De hecho, la imagen que ofrece de viejo cansado no juega a favor de la memoria del personaje. Nimoy en carne y hueso parece con más vitalidad que su personaje, creedme. El inteligente vulcano está ahora mejor en la piel de Quinto, aunque haya que hacer el esfuerzo mental de desligar el rostro de Nimoy del mítico alienígena de orejas puntiagudas.

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Basta ya de… Bo, la mascota Obama

Será de Obama y será muy mono, no digo que no, pero no deja de ser un perro. Tras el furor inicial ya pensaba que lo de Bo estaba superado: error. Resulta que con los 100 días de Barack como presidente se está volviendo a pasear ese “aguas portugués” por la actualidad mediática. No, si ya sé, Bo es la nota de color para equilibrar un sesudo análisis sobre el primer trimestre Obama, sin liquidez y con exceso de gripe.  Pero es que  sabemos más del can que del trabajo del vicepresidente. Está muy bien que lo eduquen, que venga de los Kennedy, que sea un “nervio” puro o que amenace el  huerto de la primera dama. Me preocupa más que sabotee el sueño del que más manda por este planeta nuestro. Lo asombroso del caso es que seguramente Bo es el único mamífero que puede hacer sus necesidades en el jardín de la Casa Blanca sin que se monte un escándalo y con alguien detrás para recoger el regalito. De eso nadie escribe.

El plumilla.

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Crítica de cine: Wolverine

antonio_martin X-Men Origins: Wolverine, por Antonio Martín

“X-Men Origins: Wolverine”: No mires atrás con ira

No sé si os habréis fijado pero Hollywood últimamente tiene gran querencia por echar la vista atrás. No hablo ya de los muy manidos remakes, sino por su gusto hacia la precuela, que viene a ser lo mismo sólo que con la excusa de viajar atrás en el tiempo y abundar en la psicología de los personajes, para explicar y dar sentido al porqué de sus acciones en películas que ya hemos visto.

wolverineEs el cuento de nunca acabar, la gallina de los huevos de oro para los estudios. Y las razones son muy sencillas: la falta de imaginación y el dinero fácil. Al albor de esta ecuación tenemos en los próximos días los estrenos de X-Men Origins: Wolverine, y de Star Trek, de la que dará buena cuenta Fernando.

Dejadme que os cuente algo sobre el lobito. No hay absolutamente nada en él que huela a nuevo. Ni por asomo. Y es una pena, porque el duelo interpretativo entre Hugh Jackman (Lobezno) y Liev Schreiber (su malvado hermanastro, Victor Creed/Dientes de Sable) apuntaba alto. Lo malo es que apenas existe. O no se le deja espacio suficiente para desarrollarlo.

Todo se queda en una sucesión de clichés manidos en el género mientras desfila una galería de personajes que aparecen y desaparecen sin que al espectador le importe tres pimientos lo que ocurra con ellos. Aunque imagino que el fan estará encantado de que aparezcan.

Que quede claro: esta película es Hugh Jackman, que para algo la ha producido. Si se hubiera prescindido de todos esos mutantes secundarios que no aportan nada a la historia, tal vez podríamos estar hablando de una reflexión interesante sobre la naturaleza humana cuando entra en conflicto consigo misma. Uff, suena complejo. Mejor obviarlo.

Pero precisamente la relación entre esos hermanos con poderes sobrehumanos al que les separa un abismo de rencor y odio es, de lejos, lo más interesante de la película, junto con los diez primeros minutos, donde se dan a conocer el origen del conflicto y las batallas que han vivido juntos.

Al final lo que quedan son unas cuántas réplicas graciosas y agudas, unos efectos especiales a la altura del producto, el carisma de Jackman, ese joven Clint Eastwood cuyo talento está muy por encima de estos productos alimenticios, y sobre todo, la presencia de Schreiber, un actorazo como la copa de un pino, al que le bastan un par de gestos para llevarse de calle al espectador.

Su Victor Creed es todo lo cínico, violento y cabrón que se puede esperar. Un bad-ass en toda regla. Sí, vamos, que roba por completo la película, aunque aún nadie haya osado a acusarle de ser quien filtró esa versión pirata que anda por Internet desde hace un mes…

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El imperio de los "tickets"

eduardo-alonso Eduardo Alonso, sigue su blog musical Glue

El timo de la estampita

La mayoría de los aficionados a la música han pasado alguna vez por el trauma de comprar entradas para conciertos a través de servicios como Ticketmaster con la ansiedad de que los preciados pases se agotarían en minutos. Repetidas pulsaciones a la tecla F5, servidores caídos, páginas web en blanco y líneas de teléfono comunicando conforman una frustración conocida por muchos. La situación no mejora.

Esta semana se hizo oficial la fusión entre el gigante de la venta de entradas Ticketmaster y la mayor empresa de promoción de conciertos Live Nation. La companía resultante, Live Nation Entertainment, estará participada al 50% por las dos empresas y tendrá un valor de 2.500 millones de dólares. Los aficionados a la música en directo acogen esta noticia con pesar, puesto que reduce las posibilidades de competencia y permite que el aumento del precio de las entradas continúe.

ticket-320x200Además de ahorrar 40 millones de dólares anuales, con esta fusión Live Nation y Ticketmaster prometen vender más entradas y mejorar el proceso haciéndolo más fácil y transparente. Difícil. El mercado de la venta de entradas está podrido. La compra de entradas para grandes eventos es un proceso doloroso por el que los consumidores pagan comisiones y los famosos gastos de distribución que pueden encarecer el precio de las entradas más de un 10%.

En Estados Unidos, Ticketmaster, o “Ticketbastard” como muchos apodan a la compañía, ocupa una posición de virtual monopolio ya que vende un 80% de las entradas a eventos musicales y deportivos. En los últimos años se ha expandido internacionalmente haciéndose con el control de la venta de entradas en 20 países.
A mediados de los noventa, Pearl Jam intentó combatir este monopolio. En 1994, la banda de Seattle llegó incluso a cancelar una gira tras la negativa de Ticketmaster a reducir su comisión a dos dólares. Finalmente la banda de Seattle tuvo que ceder debido a que Ticketmaster controla prácticamente todos los recintos de medio y gran aforo. Actualmente las comisiones superan los diez dólares. Hace poco compré unas entradas para unos conciertos en Nueva York. Los cargos totales de Ticketmaster fueron de 20 dólares, un 20% del precio de los entrada.

El negocio no acaba ahí. El año pasado Ticketmaster adquirió la empresa de reventa de entradas TicketsNow por 265 millones de dólares. Con esta compra se hacía con una vía para vender legalmente entradas por un precio muy superior al inicial. El vendedor en la taquilla controla de forma legal la reventa en la calle. Esta práctica ha provocado recientemente las iras de Bruce Springsteen, quien denunció públicamente este conflicto de intereses tras el caos en la venta de tickets para su gira en Estados Unidos esta primavera. Segundos después de iniciada su venta, las entradas ya estaba agotadas y Ticketmaster dirigía a sus clientes a TicketsNow, donde cientos de tickets estaban disponibles a precios entre los doscientos y los mil dólares. Un día después el CEO de Ticketmaster, Irving Azoff, se veía obligado a enviar una nota de disculpa.

Con esta situación parece poco probable que la alianza entre Live Nation y Ticketmaster vaya a mejorar mucho el mercado de la venta de entradas. De hecho, ambas compañías han trabajado juntas los últimos diez años bajo un acuerdo de colaboración.

La fusión será completada a finales de este año, aunque ya hay senadores en Estados Unidos que han mostrado su preocupación y su predisposición a que la operación se investigue para vigilar que se cumplen las normas antimonopolio. El periódico económico Financial Times predice que la oposición por parte de artistas, reguladores y aficionados será fuerte también en Europa.

Mientras tanto el precio de las entradas para los grandes conciertos sigue en imparable ascenso. En Europa, ver este año a Tina Turner, AC/DC, Madonna o Bruce Springsteen cuesta entre los 70 y los 100 euros. Incluso en algunos casos, como los Eagles, la entrada más cara puede dispararse hasta los 180 euros. Quizás la crisis no llegue a este mercado hasta dentro de diez años cuando estos grandes nombres se hayan retirado y apenas haya artistas capaces de llenar un estadio y grandes aforos.

fotografía: stock.xchng
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El regreso de Terminator

antonio_martinTerminator Salvation, por Antonio Martín

Un Terminator teatral

Cuenta McG (¿se puede triunfar o que te tomen en serio con un apodo semejante?), el director de la nueva franquicia sobre Terminator, que la única opción que tenía en mente para el personaje de John Connor era Christian Bale. Así que el realizador estadounidense se dirigió al actor galés durante el rodaje en Inglaterra de “The Dark Knight”, con el que se reunió en uno de los garitos preferidos del intérprete. Departieron amistosamente, intercambiaron opiniones, discutieron sobre el guión… pero la respuesta de Bale fue clara: “No me interesa”.

Y no le interesaba porque los primeros borradores del guión se centraban en las explosiones y en los efectos especiales. Pero el actor dejó una puerta abierta: “Si consigues que la historia me emocione, como si fuera puro teatro, lo haré”. Ahí comenzó la labor de Jonathan Nolan, guionista de “The Dark Knight” y buen amigo de Bale, y el vuelco debió ser espectacular porque el hombre murciélago aceptó ser el protagonista de la nueva saga -otras tres películas- que encumbró en su momento a Arnold Schwarzenegger.

terminator4Bien, hoy mismo (14 de enero de 2009) he tenido la ocasión de ver un adelanto de la película, llamada “Terminator Salvation”. Y la cosa promete, mucho. En realidad, como todo lo que toca últimamente Bale (“The Dark Knight”, “Public Enemies” y ésta). McG asegura que respetará al máximo el universo creado por James Cameron en las dos primeras cintas, pero sabe que los fans van a pedir mucho tras el pequeño fiasco que supuso la tercera entrega, firmada por Jonathan Mostow. Y, resuelta la incógnita de la calidad del guión (al menos para Bale), cabe pensar que los efectos visuales irán un paso más allá, en el que trabajaba Stan Winston (responsable de los Terminators anteriores, de “Alien”, de los dinosaurios de “Parque Jurásico”, de “Predator”…) en el momento de su muerte.

En palabras de McG: “habrá cosas que no esperáis”.

Pero a más de uno le asaltan las dudas. Estamos hablando de un tipo cuyo currículum incluye las dos películas sobre “Charlie’s Angels”. Ya lo avisa el propio Cameron: “No te apoyo, me reservo el derecho para odiarla”, le dijo al director. McG se defiende alegando que Cameron no era nadie cuando hizo “Aliens” (1986), que sólo se le conocía por “Piraña 2” (1981). Bueno, había rodado ya el primer “Terminator” (1984)…

Eso sí, después del visionado de esta noche, me pregunto dónde quedaron esas escenas teatrales de las que hablaba Bale. Incluso McG bromeó al respecto: “Habréis visto las similitudes con Frost/Nixon“, dijo. En cualquier caso, las imágenes confirman que McG ha abierto la veda hacia un nuevo universo, con muchas posibilidades, en el que los saltos en el tiempo darán juego en el futuro. Recordad que tras ésta llegarán dos películas más. “La primera trata sobre cómo Connor se convierte en el líder de la resistencia”, comentó el director.

No es como Neo, al que le dicen: “Eres el elegido, ahora vas y lo cascas”. O Peter Parker: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, venga, vete a trepar paredes”. Aquí se van a tomar su tiempo en explicarlo. Con muchos personajes nuevos y un look apocalíptico la mar de atractivo. Por cierto, una exclusiva para “El plumilla”. ¿Sabéis en quién había pensado McG para la banda sonora? En Gustavo Santaolalla emparejado con Thom Yorke, de Radiohead. Eso era para oirlo, sí. Pero no encajaron las agendas, así que nos tendremos que “conformar” con Danny Elfman.

¡Ah! Y habrá regalito al final: “cómo acaba lo sabemos cuatro personas en el mundo. Os aseguro que os va a mosquear. No lo vais a olvidar al llegar al aparcamiento”. Otra cosa no sé, pero teatrero el tal McG lo es un rato. Ojalá que no se equivoque.

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Dólares, no gracias

foto-oscargmÓscar García Muñoz, síguelo en otros blogs aquí.

¿Qué pasaría si Estados Unidos dejara de pagar la deuda o devaluara?

Puede ser una pregunta que nadie se la quiera plantear, pero que me asalta desde que la Reserva Federal de EEUU anunció a finales de noviembre pasado que inyectaría 800.000 millones de dólares mediante la fabricación de billetes. Es una medida que muestra la desesperación, primero, ante unos mercados financieros que no acaban de funcionar para lo que se concibieron (prestar dinero), y segundo, para reactivar la demanda, como Keynes en sus mejores tiempos.

dolar-exprimidoSegún el último informe del Departamento del Tesoro, la deuda pública de EEUU ascendió a 10,6 billones de dólares a 31 de diciembre de 2008. De esa cifra, 3 billones son propiedad de extranjeros. El 40% de ellos lo tiene China y Japón, según la misma fuente, aunque los datos son de octubre. Ahora vamos a la deuda externa: la cifra asciende a 13 billones de dólares, de la que 10 billones está denominada en dólares. El 40% de esta última cantidad es a corto plazo.

De momento, el dólar se mantiene débil por la recesión, aunque su caída se ve amortiguada porque el resto del mundo también está en crisis. La emisión de moneda y la bajada de los tipos de interés hasta la trampa de liquidez son devaluaciones encubiertas. En un diario electrónico, un analista apunta a los riesgos de la inversión en deuda durante este año. Invertir en deuda estadounidense puede ser peligroso, no sólo porque el riesgo de impago, vistas las cifras, pueda cobrar fuerza, sino también porque la deuda comprada puede valer poco si, de repente, las autoridades deciden una devaluación competitiva frente al euro, la libra y el yen.

El nuevo presidente, Obama, propone inyectar otros 800.000 millones de dólares. ¿Tanto da de sí la máquina de fabricar dinero de una economía en recesión? ¿Hasta qué punto va a poder financiar el resto del mundo la deuda de EEUU con las dificultades que existen en los mercados financieros? China y Japón lo hacen con su superávit comercial, que les permite comprar títulos estadounidenses, pero ¿será igual de factible la colocación de deuda en las circunstancias actuales? Los alemanes, recientemente, han tenido problemas para colocar la suya.

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Hija de…

kubelick Kubelick, visita su blog aquí

The Guitar de Amy Redford (2008)

En nuestra época no está bien visto heredar privilegios. Tenemos la estúpida creencia de que, para ser dignos de ellos, nuestros haberes deben ser fruto del esfuerzo. Por eso, cuando a los hijos de artistas consagrados les da por seguir los pasos de sus progenitores, nos dejamos corroer por la envidia del currelante, repartimos mayúsculas enes (de nepotismo) escarlata y les acusamos de ocupar una plaza para la que no han hecho suficientes méritos. Los agentes de Hollywood, esos astutos seres que diseñan las vidas irreales que el resto del mundo codiciamos, aprenden en primero de carrera que, para hacer simpático a un retoño enchufado, hay que echar mano del subterfugio del cine indie.
the-guitar1El caso más resultón de los últimos años ha sido el de Sofia Coppola y el más reciente el de Amy Redford. El padre de la primera, Francis Ford, ya había encontrado trabajo en el negocio a toda su parentela, incluyendo, por desgracia, al cargante primo Nicholas (Cage); la niña de sus ojos, claro está, no iba a ser menos. Por su parte Robert, el Sundance Kid, es el tipo que robó Utah a los mormones convirtiendo las cabañas de los alrededores del Lago Salado en los cuartos de visionado de aquellos ejecutivos de majors que otrora le concedieron el título de Brad Pitt de los 70; entre tanta pasta y tanto amigo, raro sería que no encontráramos dónde colocar a la niña.
Tanto Amy como Sofia probaron suerte primero en la interpretación. No eran ni guapas ni buenas actrices, así que optaron por ocupar la plaza que se les reservaba por derecho de nacimiento y pasar a dirigir películas. Para nuestra tortura (y su descrédito) la saca de la herencia paterna no incluía talento. La diferencia entre Sofia Coppola y Amy Redford es que la primera se juntó con una pandilla más molona. Esos domingos viendo la MTV y fumando petas con su colega (después marido y actual ex) Spike Jonze no cayeron en saco roto. Si su debut cinematográfico, “Las Vírgenes Suicidas”, era un videoclip muy largo con la profundidad narrativa de un vaso de chupito, “The Guitar”, la opera prima de la benjamina de Redford, tiene la de un dedal. La trama del film, que se ha paseado sin sonrojarse por los festivales de Karlovy Vary (República Checa) y Valladolid (España), serviría, bien para la contraportada del DVD, bien como testimonio de octavilla de una de esas religiones de nuevo cuño que se anuncian a las puertas de los herbolarios. “Mel era una chica anodina con un trabajo, un novio, una vida, en definitiva, que no le gustaba, hasta que una mañana le diagnosticaron un cáncer terminal. Mel decidió entonces mandarlo todo, vida, trabajo y novio, a hacer gárgaras” Sí amigos, en el universo de Amy Redford las chicas normales se parecen a Saffron Burrows y los tumores mortales se curan entonando el carpe diem del niñato pijo: pasa de lo que te digan, alquila un ático de lujo, llénalo de lámparas de decoración del Soho, de a cuatro mil la pieza, conviértete en el auténtico Guitar Hero y, sobre todo, monta orgías con extraños; que quede claro que no estamos en 1987 y que esto no es una peli de Penny Marshall para la Disney.
No sé si Amy Redford terminará ganando uno de esos Oscars de discriminación positiva, verbi gratia, la primera rubia menor de 45 años que consigue sacar un largometraje de un guión con cuatro páginas de diálogos. Da igual. La mitad de nosotros mataríamos por conseguir lo que es, hasta la fecha, su mayor aportación a la historia del audiovisual: un figurante con frase en un capítulo de “Los Soprano”.

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Crítica de cine: Valkyrie

antonio_martin

Valkyrie, por Antonio Martín

Emoción contenida

A la nueva y esperadísima nueva película de Tom Cruise, ídolo caído y ex chico de oro de Hollywood, se le pueden achacar muchas cosas, relacionadas principalmente con la elección de su actor protagonista. En una historia basada en hechos reales que nos lleva hasta 1944, durante la II Guerra Mundial. Muchos no se creerán al ídolo de masas en el uniforme del coronel Claus von Stauffenberg, encargado de llevar a cabo un atentado contra la vida del Führer con la ayuda de figuras clave del organigrama nazi. Cruise hace un trabajo digno y sobrio, pero resulta excesivamente frío en la ejecución y su labor queda eclipsada por los demás elementos que le rodean. Sabemos cómo acabaron las cosas, así que las únicas claves por descubrir son: ¿qué salió mal? ¿por qué salió mal?
web de la película en español
Y es aquí donde aparecen las virtudes del filme, rodado de forma primorosa por Bryan Singer, autor de una de las obras más sorprendentes de los 90: “The Usual Suspects” (a reivindicar desde ya), cuyo guionista, Christopher McQuarrie, vuelve aquí a reunirse con el director de “X-Men”. La cinta, llena de imágenes potentes y con un comienzo arrollador, se va levantando poco a poco, a un ritmo pausado, casi hipnótico, con momentos que son oro cinematográfico (las temblorosas manos arriba de las mujeres ante la supuesta muerte de Hitler) hasta llegar a un clímax tan inspirado como conmovedor.

“Valkyrie” cuenta con un prodigioso diseño de producción y no es sólo una lección de historia, sino que también funciona como mero entretenimiento. No será una de las principales contendientes al Óscar. Tal vez no sea su momento. Pero encierra talento, el de un director que filma con precisión de cirujano y que conoce al dedillo los mecanismos del suspense.

En el plano interpretativo, Tom Wilkinson, como ya es habitual, se come la pantalla. Y aunque el resto de intérpretes británicos está a la altura, como Kenneth Branagh y Terence Stamp, es Bill Nighy (aquel cantante de vuelta de todo en “Love Actually”) quien sorprende con una actuación en carne viva.

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Trailer en español en: http://www.valkirialapelicula.es/

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Sobre Milk y Frost/Nixon

Son dos de las favoritas para pelear por un Óscar en 2009 y tengo que reconocer que personalmente tenía muchas expectativas sobre la historia del político homosexual Harvey Milk y ciertas dudas sobre la famosa entrevista realizada por el mediático Frost al ex presidente estadounidense Richard Nixon.
Después de ver los dos títulos me decanto por Frost/Nixon. Una película que va de menos a más y que termina creando una situación de tensión interpretativa memorable. Frank Langella está a la altura de un Óscar en su papel de Nixon y su contraparte Michael Sheen (Frost) podría tener sus opciones para la nominación de secundario (premio que se llevará Heath Ledger, salvo sorpresa).
El diálogo final entre los dos protagonistas es comparable a otra de las escenas actorales del año, la que “enfrentó” a Meryl Streep y Philiph Seymour Hoffman en Doubt, otra seria candidata a los Óscar.
El mayor logro de Frost/Nixon fue su capacidad de convertir en película, con su lenguaje audiovisual pensado en entretener a la par que cautivar, una historia real bastante reciente y bien documentada. Precisamente ese fue, a mi juicio, el principal problema de Milk, que trató de ser demasiado fiel a la historia que marcó los últimos años de vida de Harvey Milk, quien se convirtió en el primer político declarado homosexual con un cargo público en EEUU, y pasó de puntillas sobre la personalidad y el carácter de los personajes. Tras dos horas de película uno se queda con la sensación de que no conoce al protagonista. Al margen de esto, la transformación de Sean Penn y la credibilidad de su actuación le convierten en otro de los grandes favoritos a los Óscar este año.
Merece la pena ver Milk, por sus connotaciones sociales, por el mensaje en defensa de los derechos civiles y la igualdad, y por la jugosa interpretación de Penn, aunque son muchos los críticos que consideran que el filme es “demasiado gay” (de esto se hace eco por ejemplo la revista Entertainment Weekly) para una audiencia generalista y le auguran problemas en taquilla.
Falta dramatismo cinematográfico que acentúe el drama ocurrido, y eso pesa en contra del éxito de la película.

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